Columnistas

Los Supersónicos, la innovación y el valor del Tiempo

 Por Ing. Gabriel Mysler, Consultor especializado en Innovación para la industria de Seguros.- 

Los Supersónicos debutaron como la primera serie animada emitida en colores por la cadena ABC en 1962. Intentaba contar la versión inversa de los Picapiedras lanzada en 1960. No nos mostraba cómo éramos en el pasado, sino cómo sería nuestra vida en el futuro, en el año 2062…

 

Los “Jetsons” (nombre original) adelantaron el concepto de la videoconferencia, los hyperloops, los robots hogareños y  la teleconsulta médica. Pero la imaginación de los años 60 no pudo prever las grandes revoluciones del celular, el dinero electrónico e Internet.

La típica familia norteamericana era trasladaba al futuro con muchos gadgets. Ésta era la innovación. Debajo de esa cascara de novedad, todo seguía casi igual: la mujer es ama de casa, se usa el dinero físico, el cartero vuela pero sigue llevando la correspondencia, y las antenas son versiones “futurísticas” de las Yagi de televisión (que poblaban las terrazas y los techos antes de la llegada del cable).

Hanna y Barbera crearon un mundo igual al de ellos, y lo imaginaron 100 años después ¡Cuántas veces hacemos lo mismo en nuestras empresas y negocios cuando planificamos el futuro! Suponemos que cambian las formas y no los conceptos.

Nos cuesta crear futuros disruptivos. Nos cuesta entender que no solo haremos las cosas distinto, sino que haremos cosas diferentes.

El futuro del transporte

El transporte ha sido, desde los albores de la humanidad sedentaria (hace unos 10.000 años), la medida más cabal del crecimiento de los poblados o las ciudades.

El físico Cesare Marchetti determinó que el tiempo promedio que utiliza una persona en trasladarse para ir a trabajar se ha mantenido inmutable en aproximadamente una hora entre ida y vuelta. La constante de Marchettinos muestra  cómo, a través de los siglos, fue el tiempo la constante y no la distancia. Si bien las grandes ciudades superan el tiempo promedio de viaje y llegan a 45 minutos o una hora en cada sentido, el concepto sigue actual y vigente. Históricamente el hombre se trasladaba un promedio de una hora desde y hacia el lugar de trabajo. Si lo hacía a pie, podía vivir a 3 km de su lugar de trabajo, si lo hacía a caballo, a 20km.

Con trenes hyperloop que puedan viajar a 800km por hora o más, vivir a 300 km de distancia del trabajo podría dejar de ser un impedimento. La distancia no es la limitante, el tiempo es la mayor restricción.

Aquí es donde dos nuevos paradigmas cobran más fuerza: el transporte a demanda (mobility on demand) y auto autónomo. Si el tiempo de viaje puedo aprovecharlo íntegramente para trabajar, conversar, descansar o estudiar, entonces las distancias y el tiempo se vuelven más relativas aun… aquí los cambios pueden ser disruptivos.

El mundo de las terminales de autos y el de los seguros se viene preparando para ésto. Se calcula que el 57% de los norteamericanos tienen dos o más vehículos por familia ¿Tiene ésto sentido pudiendo tener solamente un vehículo propio y complementar el resto con movilidad a demanda sin pagar de más? ¿Para qué tener mi vehículo propio si con una app celular lo llamo, me busca, me traslada, lo pago y no me preocupo por su mantenimiento, seguro, cochera y combustible?

Si quien lee ésto tiene más de 40 años, tal vez le cueste seguir el razonamiento. Pero para un joven de 20, que prefiere pagar por el acceso o el uso de las cosas que por su posesión o propiedad, esto no es incoherente.

El valor del tiempo

Las preferencias del usuario no pueden ser evitadas. El usuario está más informado. Compara con facilidad prestaciones y precios. Quiere comunicarse cuando él quiere, por los canales que le son habituales. No está interesado en visitar una sucursal o recibir una visita de un promotor cuando puede realizar la investigación o la compra cuando está en su oficina o en su casa, o mejor aún cuando se traslada de un lugar a otro y tiene “tiempo muerto”.

Hacerle sentir a al usuario que su tiempo es valioso, que lo cuidamos y  nos importa, es una manera de volver a pensar en esa bendita palabra “experiencia”. Hoy la tecnología puede permitirnos, con más rapidez, ofrecer experiencias satisfactorias y memorables.

Seguros de auto y de viaje serán los primeros en automatizarse (garantía extendida, seguro de desempleo y salud llegarán no mucho más tarde). El “asesoramiento” profesional no puede ser impuesto, ¡debe sumar valor! Si bien hay locales de hamburguesas “Premium”, las grandes franquicias de fast food se llevan el mayor porcentaje de las ventas cuando el cliente sabe lo que quiere, cuánto quiere pagar por ello y no hay lugar o necesidad de personalizar el producto, más allá de agregarle mostaza y kétchup o sacar la cebolla (cualquier similitud con adicionales por granizo, cristales o inundación es pura coincidencia)

Son muchos los nuevos jugadores que pueden querer entrar en el mercado del Seguro, así como hace un tiempo fueron los Bancos (como agentes institorios) esta vez los potenciales participantes incluyen al mundo de la tecnología, IoT, terminales automotrices, compañías telefónicas y los hambrientos Apple, Google, Facebook, Alibaba, Amazon y similares que saben que tienen una cantidad de usuarios mayor a la población de muchos países y que buscan monetizar sus inversiones dando servicios a sus comunidades (habitantes). Así como los Supersónicos no previeron el teléfono celular (tengamos en cuenta que hace 15 años todos se preguntaban para qué los celulares incluían cámaras de fotos.  Hoy las cámaras definen muchas  veces la compra del celular… lo innecesario se volvió vital…).

¡A trabajar! (o por qué los Supersónicos perdieron la batalla)         

Si bien todos recordamos a los Supersónicos, éstos jamás lograron alcanzar a los Picapiedras. No era suficiente con “modernizar”  un éxito para obtener otro éxito. Por 30 años los Picapiedras fueron el dibujo animado más rentable, superado luego solo por Los Simpsons.

La enseñanza es concreta: no es cuestión de cambiar los dinosaurios por autos voladores. Hay que innovar. Pensar en el usuario. Intentar ver más allá, probar, no conformarse y no temer a ser disruptivos.

Natura non facitsaltus” (la naturaleza no se mueve por saltos) afirmaba la física clásica de Newton. Aunque nos tentemos a creer que ésto aplica a nuestro negocio también, la mecánica cuántica demostró que el mundo real va por saltos, que no es un continuo. Innovar es salir del continuo y dar saltos  ¿Lo intentamos?

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