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Fallar rápido, pensar despacio

 Por Ing. Gabriel Mysler, Consultor especializado en Innovación para la industria de Seguros.-

Thinking fast and slow, el exitoso libro de Daniel Kahneman, fue revelador y nos permitió ver el mundo con nuevos ojos.

El premio Nobel de Economía había podido describir con claridad cuál era nuestro mecanismo de acción, que disparaba nuestras respuestas. Kahneman había entrado en lo profundo de nuestro razonamiento y nos explico cómo instinto, emoción y razón interactúan e influyen sobre nuestras acciones y nuestras decisiones. Kahneman describe dos sistemas de pensamiento uno rápido, intuitivo y emocional y otro lento y analítico. El sistema 1 es casi automático, el sistema 2 requiere tiempo y esfuerzo. Es por ello que el sistema 1 tiende a hacernos tomar decisiones rápidas y sin pensar mucho: el sistema 1 busca ahorrar esfuerzo lo que significa ahorrar energía. Esto nos lleva, sin dudas, a actuar y reaccionar más rápido pero a tomar decisiones que no siempre son las mejores. Tendemos a hacer asociaciones rápidas de modo inconsciente. Si digo “Homero” seguramente todos pensemos en los Simpson, antes de hacer un esfuerzo y pensar en la Ilíada y la Odisea, verdad? El sistema 1 odia las dudas, busca “certezas”, aunque no sean ciertas.

Un ejemplo clásico plantea:”Si el set de bate y pelota de baseball cuestan $1,10, y el bate cuesta 1 dólar más que la pelota, cuánto cuesta la pelota?” La mayoría respondemos rápidamente  10 centavos, cuando la respuesta es 5 centavos. El bate cuesta un dólar más, no es igual que decir que cuesta un dólar. Nuestra mente quiere resolver en problema rápido. El problema parece fácil y el cerebro nos lleva a no pensar. Lo mismo nos pasa cuando revisamos un texto que nosotros mismos escribimos: seguramente pasemos por alto errores de ortografía que “no vemos”.

Al decirnos pensar rápido, pensar despacio, Kahneman nos explica que tomamos decisiones basados en experiencias pasadas, que “puenteamos” la razón y no percibimos que muchas veces no estamos en control racional de nuestras decisiones, en especial cuando tenemos que decidir en condiciones de incertidumbre.

El difícil camino de la innovación

Tomando estos conceptos, podemos inferir cómo enfrentar los desafíos que nos imponen la tecnología y las nuevas demandas de los clientes, llamándonos a innovar y a adentrarnos en terrenos desconocidos y hasta ahora no transitados.

Las empresas y los ejecutivos tradicionales tenemos miedo,  a veces paralizante, al fracaso. Al error no lo vemos habitualmente como un aprendizaje sino como un desastre. Cuando nos adentramos en nuevos caminos, equivocarse, analizar, corregir y reintentar son iteraciones necesarias e imperativas para innovar.

Las Start-Ups no temen a fallar, pero tratan de hacerlo rápido. Fallar, analizar con detenimiento en qué se equivocaron, realizar ajustes y volver a intentar es parte de su Mantra. Son muchos los ejemplos que podemos dar empresas que fallan y siguen intentando: Google ha dado de baja muchos proyectos, incluso en fases avanzadas, al decidir que no eran lo que esperaban (Google+ es solo un ejemplo). Luego del “fracaso” recopilan toda  la información y pueden analizar con detenimiento en que no acertaron, para volver a intentar habiendo realizado todos los ajustes necesarios.

Perder el miedo a equivocarse es vital para innovar. No solo tener buenas ideas, buen insight del mercado, tecnología de punta y buenos equipos de trabajo nos permitirá ser innovadores. Debemos aceptar que podemos fallar y que debemos hacerlo rápido.

Las ventajas competitivas las tendrán las empresas que junten mas y mas experiencia de lo que sí funciona y de lo que no funciona, de lo que el cliente quiere y acepta y de lo que rechaza.

Es cierto que el sistema 2, el que implica pensar y deshacer sesgos y preconceptos, el que nos exige pensar estadísticamente y no intuitivamente, nos demanda más tiempo, más análisis y mucho más esfuerzo.  Pero la inspiración, la voluntad, el trabajo, la suerte y, por sobre todo, el método y el pensamiento lento nos llevarán seguramente al éxito.

En épocas de aceleración exponencial del cambio en secreto es fallar rápido y pensar despacio.

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