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Multirriesgo: un negocio pendiente en el agro

La suba de costos, la falta de crédito, la presión impositiva y la caída del precio internacional de la soja no plantean el mejor escenario para la campaña agrícola 2014/2015. Y el mercado del Seguro se prepara para intentar aumentar su primaje, en un segmento en el que aún queda margen por explotar.

Según los datos de la Memoria del Seguro (un relevamiento de varias cámaras) relevados por el diario El Cronista, sólo 29 de las 180 aseguradoras autorizadas del país trabajan con este sector y la mayoría brinda sólo coberturas contra granizo, con algunos adicionales. Muy pocas se dedican a multirriesgo, a la cobertura contra robos o a las pólizas para el ganado.

De cara a la nueva campaña, que arranca este mes, Seguros consultó a fuentes del sector para analizar la situación del rubro y las propuestas para mejorar los multirriesgo, hacer un balance de las fortalezas y debilidades y adelantar los lanzamientos que se prevén en los próximos meses.

Terreno fértil

El volumen de primas emitidas ascendió a $ 1.137 millones, según el último balance del sector. De eso, el 60,7% se lo llevó la producción de coberturas contra granizo y otro 32,9% quedó en las pólizas contra granizo con adicionales. Los multirriesgo solo representaron el 6,5% del total de primas emitidas. La demanda se concentró en las provincias de mayores superficies sembradas: Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba tuvieron el 76,2% de las coberturas contratadas.

De las hectáreas sembradas, se asegura cerca del 65%. El salto se dio con la campaña 2006/ 2007, con la introducción de nuevas tecnologías.

Hoy, el productor agropecuario considera al seguro como un insumo más dentro de sus inversiones”, explica Juana Capdepont, especialista en Agro de DDN Central de Seguros.

El uso de estos seguros creció por la suba de las inversiones por hectárea que, según fuentes consultadas, llegó a triplicarse en estos últimos años. Este factor, sumado a los grupos de siembra que se asocian para alquilar campos a explotar, favoreció la contratación de pólizas.

Una pérdida de producción porque significaría quedar fuera de juego”, apunta Capdepont.

Para Leandro Canosa, gerente Técnico de Gaman Argentina, contar con estas coberturas es una herramienta eficaz, en cuanto a previsión.

Si bien hay variables difíciles de controlar, como los precios del mercado internacional, el seguro ofrece la posibilidad de controlar una de las más oscilantes: el clima”, completa.

Considerando que las empresas agropecuarias son “fábricas sin techo”, como las define Capdepont, los seguros que protegen los cultivos son los que lograron mayor desarrollo.

 La demanda de estos seguros fue creciendo por varios motivos pero, sobre todo, por la oferta de productos que se adaptan a los requerimientos de los clientes, por la necesidad de los productores de lograr la sustentabilidad de su negocio y porque aumentaron los eventos climáticos en cantidad e intensidad”, explica Gustavo Mina, jefe Comercial de Seguros Agropecuarios de Sancor Seguros.

 

Las pólizas más contratadas cubren los daños ocasionados en el cultivo por eventos de granizo y suelen abarcar los incendios que puedan producirse en los campos. Se pueden contratar adicionales, como protección contra vientos fuertes, lluvias excesivas y heladas, tanto tempranas como tardías, además de cubrir la resiembra y la falta de piso. Usualmente, la franquicia en estos casos se eleva un 30% “por lo que el máximo de indemnización es del 70% de la suma asegurada en el lote”, aclara Canosa.

Entre ambas modalidades, la básica y la que agrega adicionales, se concentró la producción del 94% de las primas en el último ejercicio informado por las compañías. El monto asegurado depende de lo que quiera cubrir el productor, ya sea sus inversiones o toda la producción, y las sumas pueden asegurarse en pesos, dólares o quintales.

Dado que las aseguradoras brindan la posibilidad de cobrar las pólizas una vez finalizada su vigencia, el seguro se afianza como instrumento de protección.

La gestión de riesgos supone el manejo de estrategias e instrumentos que permitan mejorar el nivel de certidumbre de una actividad expuesta a múltiples fuentes exógenas que se traducen en una gran variabilidad entre los resultados esperados y los logrados”, arguyen desde Provincia Seguros.

Panorama

Los costos de las pólizas dependen de la zona de siembra y se calculan en base a su índice de siniestralidad. “Los precios difieren por los valores históricos de las frecuencia e intensidad de tormentas. Los seguros más baratos son los que contratan los productores ubicados en Entre Ríos y los más caros, por caso, los de los campos de San Luis y Córdoba. Cuanto más al oeste, mayor es la peligrosidad, mientras que, cuanto más al este se está, disminuye el riesgo”, grafica Andrés Laurlund, gerente de Riesgos Agrícolas de Allianz.

Se puede decir que el costo varía entre 2,5% y 10% de la suma asegurada, dependiendo de la siniestralidad de la zona. También, se tiene en cuenta el tipo de cultivo: el trigo y el girasol son más vulnerables a los riesgos climáticos, mientras que asegurar soja y maíz resulta más barato.

A nivel general, hubo un antes y un después de la campaña 2012/2013. “Por la siniestralidad de esa producción, el mercado realizó un ajuste en productos, tasas y gastos de comercialización”, dice Nicolás Zuccarino, gerente de Agronegocios de Aon Argentina. Es que, tanto en esa campaña como en la previa hubo una puja marcada por los costos y las aseguradoras buscaron posicionarse y sumar mercado. Por lo tanto, ofrecieron buenas coberturas a precios muy bajos.

Pero, “a las tasas bajas, se les sumó un aumento en la frecuencia de las tormentas con granizo, que produjo que la siniestralidad de las compañías no fuera buena. La campaña 2012/ 2013 fue la peor en la historia porque se dieron dos tormentas fuertísimas que llevaron a las compañías a tener siniestralidades, en promedio, del 170%. Es decir, por cada u$s 100 de prima cobrada, tuvieron que pagar u$s 170 por siniestros”, detalla Capdepont.

Al iniciar la campaña que, ahora, está finalizando, las tasas aumentaron entre 25% y 80% y las condiciones de cobertura disminuyeron. La suba en los valores de las pólizas permitió generar un colchón que, teniendo en cuenta que el nivel de siniestralidad fue menor, mejoró la performance de las aseguradoras. “Nos hace suponer que, para la próxima campaña, las firmas van a salir temprano con las mejores coberturas y alguna que otra mejora en las tasas”, prevé Capdepont.

En esa línea, Gustavo Palotta, gerente Comercial de San Cristóbal, analiza: “Los costos de producción y arrendamiento se mantienen en valores altos por hectárea, acompañando los crecientes precios de commodities, lo que hace al seguro agrícola un insumo necesario para la estabilización de sus resultados. Por eso, la demanda se mantendrá en la tendencia que se viene dando en los últimos años”.  “El futuro dependerá de que el mercado tome conciencia que no se debe dejar de lado la observación de series de 5 a 10 años para medir resultados y tomar decisiones”, advierte.

Un debate abierto

Los seguros multirriesgo cubren todos los riesgos climáticos. Además de los daños por granizo y adicionales, incluyen sequías, lluvias en exceso o inundación. Hoy, el mercado local ofrece el multirriesgo global de inversión, que asegura el total del monto invertido por el productor, en lugar de cada lote en particular, y garantiza un rendimiento de entre 50% y 90% respecto al esperado.

Es una cobertura que actúa cuando la suma obtenida tras la cosecha es inferior a la asegurada. Para acceder, hay que reunir determinadas condiciones: asegurar más de 5.000 hectáreas distribuidas en distintas zonas, los campos deben ser relativamente buenos, de clase I a IV, y se realizan inspecciones, por lo menos, dos veces durante el cultivo y la cosecha”, detalla Capdepont.

Por eso, su penetración es mucho menor y sólo representa el 6,5% de las coberturas emitidas. También, porque los pequeños y medianos productores quedan excluidos. Asimismo, “la oferta es limitada por la exposición que estos programas generan. Es necesario contar con un buen respaldo de reaseguros, que tienen capacidades bajas. Y, si bien son seguros más integrales, tienen costos mucho más elevados”, especifica Virginia Bumade, a cargo de la suscripción de Riesgos Agrícolas de QBE.

En los últimos años, se generó el debate acerca de las alternativas que podrían dinamizar este segmento, que podría generar beneficios para los productores y para las compañías. Pero lo cierto es que no ha habido, ni se prevén, novedades concretas.

 Las coberturas de multirriesgo fueron, son y serán bajas en tanto que se pretendan desarrollar solo entre privados. Los países que desarrollaron con éxito este tipo de coberturas supieron generar una integración entre el Estado y las compañías y definieron el rol de cada uno, siendo las políticas fiscales y públicas el eje principal de los incentivos, pero nunca bajo un régimen de obligatoriedad”, aporta Zuccarino.

Siguiendo esta lógica, Mina asegura: “La contratación de multirriesgo se podría incentivar a través de la integración privada-estatal, por medio del análisis y desarrollo de programas de seguros para las diferentes zonas y tipo de producciones, y mediante incentivos fiscales y de políticas públicas que funcionen como incentivos para el que contrate este tipo de cobertura”.

Las firmas están, la demanda se puede generar y el reasegurador está dispuesto a apoyar estos programas, pero es necesario el apoyo estatal por el costo oneroso que hace que ninguna aseguradora pueda asumir el riesgo ni el productor agropecuario pueda pagarlo solo. Hay que tener en cuenta que los multirriesgo, además, la darían estabilidad al sistema”, resume Laurlund.