Recientemente, el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV) elaboró un informe sobre el fallecimiento de niños como consecuencia de siniestros viales en el año 2019. 852 niños de 0 a 15 años, perdieron la vida. Principalmente como peatones y pasajeros, pero también como conductores de bicicletas y ciclomotores (sin licencia, lógicamente). Muchos más resultaron afectados con lesiones severas. En relación al año 2018, la cifra representa un aumento en esta franja etarea de casi un treinta por ciento (28.57 %).
¿Cómo combatir esta problemática?
Lo primero que debemos hacer los adultos es ponernos “literalmente” en lugar (y en el “riesgo vial”) de los niños en la circulación vial. ¿Qué percibe un niño? ¿lo mismo que un adulto? “Arrodillate para percibir como un niño”. Mucho es aún el trabajo que debemos desarrollar para evitar las consecuencias de esta “enfermedad social” que nos afecta y, particularmente, en este sector tan delicado.
Para ello son fundamentales dos herramientas:
1. La Educación Vial como formación en valores de nuestros niños y jóvenes.
2. El conocimiento por parte de los adultos de las “limitaciones naturales” del niño. El niño no es un adulto pequeño. De esto sólo los adultos somos únicos responsables. Pero, ¿cuánto conocemos de nuestros niños?El niño no puede ser “adaptado” al tránsito. Por ello, el tránsito debe adaptarse al niño.
