El país está viviendo un contexto que nos exige ingresar en un estado de alerta pero no de alarma. Como industria me parece que no podemos quedarnos en una etapa declarativa y contemplativa. Es un momento de acción, de renovar el compromiso que siempre – y más en el caso de la Argentina – va más allá de las coyunturas. Es momento de construir estrategias de largo plazo. Hoy no nos sirve el cortoplacismo.
Haciendo lo que hay que hacer, cuidando a nuestros clientes y los resultados técnicos, nos garantizamos la posibilidad de atravesar las vicisitudes y salir adelante. Como dice nuestro manifiesto interno, en LIBRA tenemos seguridad ante lo incierto.
Hoy en día, pronosticar es complejo porque existen múltiples factores y constantemente aparecen nuevas variables. Resulta más prudente enfocarnos en la planificación y en la ejecución. El rol de los empresarios es primordial para guiar a los diferentes equipos en la programación de cada área para el mediano y largo plazo. En LIBRA sabemos que nuestras inversiones a futuro no van a cambiar y desde ese diagnóstico avanzamos en el proceso de planeamiento para la próxima década.
La gran clave para salir de la situación actual son los proyectos. De una vez y para siempre, y esto lo digo como empresario, es necesario generar proyectos sostenibles, sustentables con una mirada de largo plazo, apostando al país que queremos, a salir de las coyunturas y a pensarnos en grande.
En ese sentido estoy generando reuniones con otros empresarios, no sólo de la industria del seguro, porque como empresario y ciudadano tengo la necesidad de realizar un aporte para el cambio de paradigmas tales como: “hay que vivir el día a día”, “no se puede pensar a largo plazo”, “en situaciones de crisis hay que reducir nuestros campos de acción”, etc.
En definitiva, entiendo a nuestro rol como dirigentes como el de inspirar a los demás, darles aliento para que puedan seguir avanzando. Y no me refiero solamente a los equipos de trabajo directo, sino también a clientes, amigos, familiares, vecinos. Tenemos que repensarnos desde una épica, desde un convencimiento en el que todos podemos aportar a un mejor país, a una mejor sociedad. Es desde esa convicción que no debemos permitirnos bajar los brazos jamás, aún en los peores contextos.