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Desigualdad: 1 de cada 3 mujeres asalariadas no se encuentra registrada

Foto: Freepick

El Observatorio de la SRT desarrolló un informe sobre las condiciones de género en el mercado argentino, a través de la información de la Encuesta Nacional a trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad (ECETSS) 2018. Allí observaron marcadas diferencias entre mujeres y hombres en todos los países del mundo, con importantes efectos en la vida y la salud de las mujeres trabajadoras, así como sobre sus posibilidades de desarrollo laboral y económico.

El reconocimiento del trabajo, evaluado en términos de salarios, es desigual entre mujeres y varones, materializado en brechas de ingresos existentes en los distintos sectores de actividad y ante igual calificación de las tareas desarrolladas. Las menores tasas de empleo, el mayor desempleo, la segregación horizontal y vertical, la mayor informalidad, las brechas salariales y la división desigual del trabajo no remunerado entre mujeres y hombres, son otras de las diferencias de género que se encuentran presentes en los mercados de trabajo de todos los países del mundo, con importantes efectos en la vida y la salud de las mujeres trabajadoras, así como sobre sus posibilidades de desarrollo laboral y económico.

Se muestra cómo la participación en el mercado de trabajo es menor en el caso de las mujeres respecto a los varones -especialmente si se consideran algunas características regionales, personales y del hogar de las trabajadoras- y que un importante porcentaje se encuentra subempleada y desarrollando su actividad laboral en puestos precarios e
informales.Una de cada tres mujeres asalariadas en el país no se encuentra registrada ante la seguridad social, hecho que condiciona el acceso a derechos básicos y se asocia directamente con los bajos ingresos presentes y futuros.

La precarización no solo impacta en la vida de las mujeres a través de un plano económico, sino que también tiene efectos sobre su bienestar a través de la salud. Especialmente, si se considera la mayor exposición y vulnerabilidad de las mujeres a riesgos derivados de determinadas formas de organización del trabajo –también llamados psicosocialessubyacentes a las actividades económicas en las que se insertan y a la mayor incidencia en situaciones de violencia laboral.

Durante el desarrollo de este informe se visibilizaron dimensiones y características del mercado laboral argentino que presentan inequidades de género y que, de diversas maneras, dificultan el desarrollo laboral y económico de las mujeres. Además se mostró como la proporción sobre el total de ocupados es menor en el caso de las mujeres respecto a los varones -especialmente si se consideran algunas características regionales, personales y del hogar de las trabajadoras- y que un importante porcentaje se desempeña dentro de la categoría del subempleo. Esto se traduce en la existencia de un reparto desigual del trabajo que refleja que son las mujeres las que asumen la mayoría del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.

Muchas mujeres se desempeñan en sectores de menor productividad, caracterizados por menores niveles de implementación de tecnologías, menor nivel educativo de las personas empleadas, reducidos ingresos, mayor inestabilidad e informalidad y limitada cobertura en materia de seguridad social.

Una de cada tres mujeres asalariadas en el país no se encuentra registrada ante la seguridad social, hecho que condiciona el acceso a derechos básicos y se asocia directamente con los bajos ingresos presentes y futuros. Esto redunda en mayores niveles de pobreza, porque afecta en mayor medida a las trabajadoras de menor calificación
profesional.

El reconocimiento del trabajo en forma de salarios es desigual entre mujeres y varones, materializado en brechas de ingresos existentes en los distintos sectores de actividad y ante igual calificación de las tareas desarrolladas. La segregación horizontal y vertical, así como la mayor informalidad, contribuyen a incrementar las desigualdades.

La precarización no solo impacta en la vida de las mujeres a través de un plano económico, sino que también tiene efectos sobre su bienestar a través de la salud. Especialmente, si se considera la mayor exposición y vulnerabilidad ante determinadas formas deorganización del trabajo subyacentes a las actividades económicas en las que se insertan
y a la mayor incidencia en situaciones de violencia laboral.

Estas distintas manifestaciones de discriminación por razones de sexo -que se encuentran presentes a lo largo de la carrera laboral- tienen claros efectos sobre el ciclo de vida de laspersonas, tienden a acumularse e intensificarse con el tiempo y tienen repercusiones negativas para las mujeres, las familias y finalmente las sociedades.

El haber identificado a la igualdad de género como derecho humano fundamental hace necesario implementar medidas que disminuyan las desigualdades identificadas y cambien los estereotipos de género, que permitan modificar los costos y beneficios de la especialización de género, que compensen las desigualdades de las oportunidades de empleo entre hombres y mujeres -especialmente en relación a los impactos negativos de la interrupción de la vida laboral- y que equilibren la división del trabajo remunerado y no remunerado.

Según la SRT, es esperable que la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad suponga un avance en nuestro país respecto a la implementación de políticas específicas a las problemáticas identificadas. Por último, bajo el entendimiento que las mejores políticas y medidas a implementar en el mundo del trabajo y la seguridad social deben surgir del diálogo social tripartito es muy importante fortalecer la participación de las mujeres en ámbitos de representación y participación de la población trabajadora.

Accedé al estudio completo acá 

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