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Brillar no es lo mismo que dar luz

Por Gabriel Mysler, Director de Innovation@Reach y Managing Director de Integrity Meter.- 

Mucho se habla de transformación digital, de talento y de innovación, pero menos se habla de los líderes necesarios para gestionar la transformación, potenciar los talentos y fomentar la innovación.

En estos momentos, tal vez el rol más difícil del líder no sea el ser guía, sino el poder ser luz. Ser luz significa no sólo  ver, sino también permitir a otros ver y, al iluminarles el camino, el líder los habilita a  decidir su propio rumbo… Iluminar es quitar las sombras para que cada uno pueda enfrentar sus propios miedos y debilidades y pueda crecer.

En tiempos como los actuales, en los que muchas veces bajamos los brazos o nos cansamos de remar sin poder vislumbrar la costa con claridad, me gusta recordar la eterna frase del premio Nobel de la Paz  Albert Schweitzer: “ A veces nuestra propia luz se apaga y se reenciende con la chispa de otra persona. Todos debemos estar profundamente agradecidos con aquellos que han encendido esa llama que llevamos dentro” 

El rol del líder es ser esa luz que ayuda al equipo a no perder el rumbo, a no dejar de intentar y a sostener la esperanza.  El líder es aquel que enciende – o re-enciende – nuestra llama.

Dar luz, no es lo mismo que brillar

Es más fácil pensar en equipos que conformar equipos. Haciendo un paralelo con el fútbol, todos queremos ser parte de un equipo que gane los partidos, pero si nos dan a  elegir, preferiríamos que nos pasen la pelota frente al arco y hacer el gol nosotros mismos. El mundo idolatra al goleador. Todos soñamos con saludar a la tribuna, imaginamos nuestro gesto de victoria, casi que escuchamos el clamor de la hinchada vitoreando nuestro nombre…

Es el sueño de ser Messi. Todos queremos serlo, no? ¿Cuántos goles hiciste? Si sos creativo: ¿Cuántas ideas tuviste? Si sos comercial: ¿Cuántas ventas conseguiste?

El medir lo que tenemos es tan viejo como la humanidad. La escritura misma nace para contabilizar las pertenencias, más que para narrar historias. Así nace la escritura cuneiforme en la famosa medialuna de las tierras fértiles: registraba barriles de cerveza y cantidad de cereales. Contar no está mal, es tan instintivo como el hecho de respirar. 

La pregunta es “qué” contabilizamos: ¿Lo que hicimos como individuos o los que ayudamos a conseguir como equipo? Como individuos podemos hacer goles, como equipos podemos ganar partidos y campeonatos, decía Michael Jordan

Las luces más potentes muchas veces encandilan y tapan otras luces. Brillar no es sinónimo de dar luz. Se puede hacer ambas cosas, pero una no necesariamente implica la otra. El líder que ilumina sabe como motivar a que cada uno dé lo mejor de sí y se sienta parte del proyecto y del éxito.

En un equipo son tan necesarios quienes dan luz, como quienes la reflejan. Ambos iluminan. Al decir de la escritora norteamericana  Edith Wharton: “Hay dos maneras de difundir la luz: ser una vela o el espejo que la refleja!” 

Vivir en “Modo Equipo”

Un equipo brilla cuando sus estrellas iluminan pero no encandilan. El líder debería buscar (y no temer) rodearse de gente “mejor” que él. Es tanto el miedo de perder protagonismo y brillo, que muchas veces se eligen colaboradores que no opaquen al líder. Gana el líder, pero pierde el equipo. 

Para poder pensar en “Modo Equipo” debemos cambiar  y repensar conceptos como la evaluación de desempeño  individual y grupal. ¿Y si una persona no “produce” por si misma, pero habilita que otros lo hagan? ¿Qué pasa, cómo se miden y cómo se retribuye  a quienes  facilitan y hacen posible el trabajo?

El motor genera la fuerza, los ejes transmiten esta fuerza y los neumáticos son el contacto con el pavimento. Sin ellos – sin TODOS ellos –  no hay vehículo en movimiento. Sin coordinación no hay auto, sin coordinación no hay equipo. La grasa del engranaje no conduce la fuerza, pero al evitar el desgaste y el rozamiento permite la fluidez del movimiento. El mejor motor no funciona sin transmisión y la mejor transmisión no funcionará sin neumáticos y estos, para cumplir correctamente su función,  deben estar inflados. Cada detalle suma. Si las partes no conforman el todo, el equipo no existe.

Hablemos de los premios Oscar

Analizar cómo se llaman y por qué se entregan algunos premios que otorga la Academia de Hollywood puede ayudarnos a comprender el valor de cada integrante de un equipo.

Nadie discute el premio a la mejor película, ni al mejor director, ni a la mejor actriz o al mejor actor. Me gustaría detenerme en el premio al “actor/actriz de reparto”. Visto así – en esta traducción al español-  el premio suena a secundario, casi a premio de consuelo. “Actriz de reparto” no da la sensación de importancia, no apunta a valorar el equipo que hizo posible la película. Sin embargo, el nombre del premio en inglés sugiere otra cosa completamente diferente: “supporting actor”. Este es el actor que da apoyo y hace posible que el actor principal brille, que la película triunfe y que el director se luzca porque conforma ese equipo que ilumina, da luz y también la refleja.

El líder necesita comprender que el todo es más que la suma de sus partes, y que la luz que él genera debe ayudar a potenciar a cada persona, haciéndola sentirse parte de algo mayor y más grande, que la trasciende y la completa. El Líder debe ayudar a encender la luz de cada uno de los miembros de su equipo y a mantener esa llama encendida. 

El mundo y tu equipo necesitan líderes… ¿Estás listo para dar luz?

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