En la era del Insurtech, las aseguradoras, los brokers y los productores tradicionales (los que se ganaron un nombre, los que tienen la masa crítica, los que tienen la economía de escala y el de canal de distribución y venta más aceitado) miran con asombro, con envidia algunas veces y con admiración otras, a las osadas Start-up que amenazan con revolucionarlo todo.
Por lo general los “tradicionales” tienen un sentimiento contradictorio: están orgullosos de ser quiénes son y por otro lado envidian profundamente la velocidad de reacción de las Start-Ups, su desparpajo y su creatividad.
Si bien se repite que la única constante es el cambio, la realidad demuestra que son más las cosas que permanecen constantes que las que cambian. La evolución Darwiniana, la adaptación y la sobrevivencia del más apto, si bien está acelerada exponencialmente, sigue siendo un progreso en el tiempo. Las empresas “tradicionales” deben adaptarse y cambiar, pero no necesariamente tirar por la borda su experiencia ni perder su esencia.
El verdadero desafío es hallar el equilibrio para poder hacer el “blend” perfecto, y cuando digo “perfecto” me refiero al particular “perfecto” para cada empresa en un momento determinado.
Comenzar por buscar menos respuestas y más preguntas
Siempre buscamos solucionar los conflictos y así evitar la tensión que nos genera. Esto nos lleva muchas veces a aceptar soluciones mediocres a planteos superficiales. “Los Clientes reclaman redes sociales” afirma Comercial. “Acabamos de renovar nuestra página de Instagram” responde Marketing….
Malcolm Galdwell afirmaba que “Los seres humanos tenemos el problema de querer dar respuesta a todo. Tenemos una tendencia excesiva a dar explicaciones de cosas para las que en realidad no tenemos ninguna explicación”.
Para poder entender cómo pensar diferente, y hacernos nuevas preguntas, les propongo las siguientes preguntas al comparar nuestra empresa con una Start-Up
- ¿Qué hay que cambiar en nuestra relación con el cliente?
- ¿Qué hay que ver en el mercado que no vemos?
- ¿Qué diferencias hay en la motivación de nuestro personal con el de una Start-Up?
- ¿Qué diferencias hay en el riesgo que ellos y nosotros asumimos y aceptamos?
- ¿Qué diferencia hay en los tiempos que le damos a los proyectos y propuestas para madurar y dar frutos?
- ¿Cuál es nuestra tolerancia al error y cuál la de ellos?
- ¿Qué diferencia hay en el “skills mix” de los miembros de nuestra organización y una Start-Up?
Comenzar a trabajar
Una empresa nueva se moverá más rápido, tendrá menos que des-aprender y será más permeable a la innovación. Una organización joven tiene menos inercia y menos prejuicios.
Las empresas tradicionales se enfocan más en los procesos y aquí es donde radica su solidez y previsibilidad. Las empresas más asentadas tienen más clara la cadena de distribución y producción y firmes bases en el suministro de servicios.
No solo hacen falta nuevas ideas, nuevas tecnologías y nuevos clientes y servicios: hay que poder sostener los procesos, consolidar los hallazgos y rentabilizar los productos.
Aquí es donde si una empresa tradicional puede pensar como una Start-Up el círculo de la innovación de vuelve virtuoso. (Esto incluye asociarse con, incorporar o incluir)
¡Algunas cosas que debemos empezar a hacer ya!
- Agilizar las decisiones
- Dar más tiempo a los proyectos nuevos
- Escuchar más a nuestro cliente y al mercado
- Incorporar tecnología
- Volvernos digitales
- Motivar mejor a nuestros equipos
- Capacitar, capacitar, capacitar
- Volvernos más “sexis” para atraer y retener el nuevo talento
- Aprender a aprender
- Desaprender muchas “creencias” y “verdades reveladas”
- Trabajar sobre mejorar la experiencia del cliente
- Tener una actitud más proactiva
- Aumentar nuestra tolerancia al error y aprender de los fracasos
Si llegamos hasta aquí, probablemente ya estemos en el camino de pensar como una Start-Up