En los últimos años, se puso de moda el concepto de desaprender. ¿Creés que se puede desaprender lo aprendido? Como siempre, invito a todas las personas a poner en duda aquello que, muchas veces, damos por verdadero. Y, principalmente, a cambiar el foco. SPOILER ALERT: yo prefiero hablar simplemente de (re)aprender (sí, sin desaprender) porque, en definitiva, eso hacemos. Transformamos nuestro aprendizaje a medida que nos vamos moviendo, viviendo, evolucionando.
¿Qué es desaprender? Como su palabra indica, es deshacer un aprendizaje. Sin embargo, como vamos a ver, aprendemos algo cuando lo incorporamos, lo pasamos por el cuerpo y lo ejecutamos de un modo que, cotidianamente, llamamos “natural”. Es que, si bien no es natural, nos surge como si fuera parte de nuestra naturaleza, como si no tuviéramos que forzarnos. El mejor ejemplo de esto es cuando aprendemos a andar en bicicleta. Una vez aprendido, el acto de andar en bici nos sale sin pensarlo. ¡De eso se trata el aprendizaje!
Por lo tanto, cuando nos planteamos la necesidad de des-aprender algo que ya tenemos incorporado, de algún modo estamos pretendiendo borrar algo que está en nosotros. ¿Es posible? Viene a mi cabeza la imagen de la película “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, en la que los protagonistas borran sus recuerdos. ¿Es esto viable? Por el momento, no. En cambio, sí es posible resignificar aquello que aprendimos y, además, poner en valor aquello que nos trajo hasta aquí. Tal vez ya no nos sea de utilidad, sin embargo, lo que aprendimos en el pasado nos permitió llegar adonde estamos hoy -así nos haya traído dolores de cabeza, también de eso aprendimos -. De hecho, gracias a ese aprendizaje adquirido, nos damos cuenta de que hoy necesitamos dar un paso más.
Recordemos, como siempre digo, que estamos siendo -no somos- y todo es dinámico. Lo que aprendí hace 10 años quizá hoy ya no me sirve porque soy una persona diferente; sin embargo, en ese momento me sirvió para crecer y llegar adonde estoy.
Paso a paso del aprendizaje.
- Etapa 1: Incompetencia inconsciente
La primera etapa es cuando ni siquiera sabemos que no sabemos algo; es decir, ni siquiera sabemos de su existencia. Por ejemplo, mi amigo Paul, que nació en Estados Unidos, hace unos años quiso aprender español y, si bien sabía que no sabía español y quería estudiarlo, lo que no estaba ni siquiera dentro del rango de cosas que no sabía era que tenemos diferentes modos y tiempos verbales.
- Etapa 2: Incompetencia consciente
Es el momento en el que la persona ya sabe que no sabe todo eso. Es decir, es consciente de que existen un montón de cosas que desconoce. Es la etapa de mayor aprendizaje. Siguiendo con nuestro ejemplo, cuando Paul empezó a tomar clases de español descubrió que nuestro idioma está compuesto por diferentes modos y tiempos verbales complejos. Aquello que antes ni siquiera sabía que no sabía, ahora, al menos, sabe que existe -aunque todavía no lo haya aprendido-.
- Etapa 3: Competencia consciente
Esta es la instancia en la que comenzamos a incorporar, todavía con cierto esfuerzo y atención, los conocimientos. Los empezamos a poner en práctica, a pasarlos de a poco por nuestras emociones, por nuestro cuerpo. Para Paul se trató del momento de empezar a hablar en español y armar oraciones coherentes. Al principio -en esta etapa- pensaba cada palabra que iba a decir, analizaba qué tiempo verbal correspondía para expresarse correctamente.
- Etapa 4: Competencia inconsciente
Aquí es cuando ya tenemos el aprendizaje incorporado y pareciera que nos sale naturalmente. Es un conocimiento automático. Es cuando ya no pensamos cómo hacer cada cosa porque, simplemente, está ahí y nos sale. En el ejemplo de Paul, después de mucha práctica, un día se encontró hablando sin detenerse a anticipar mentalmente su próxima palabra u oración. Comenzó a fluir con aquello que ya tenía incorporado.
Por lo tanto, si quisiéramos desaprender, deberíamos retroceder de la etapa 4 a la etapa 2. ¿Es posible? Podemos volver a la etapa 2 para avanzar, nuevamente, con una óptica nueva. Sin embargo, el conocimiento adquirido seguirá en nosotros, queramos volver a ponerlo en práctica o ya no. En el caso de mi amigo Paul, por ejemplo, cuando viajó a España se dio cuenta de que, si bien sabía hablar en español, algunas expresiones eran anticuadas o demasiado formales para usar en sus charlas cotidianas. ¿Esto quería decir que debía desaprenderlas, borrarlas? ¡Pues, no! Solo que precisó reaprender algunas expresiones, o cuándo convenía usar las que sabía y cuándo no. En definitiva, resignificar parte de su conocimiento desde este nuevo contexto en el que se encontraba. Un excelente ejemplo de esto es cuando sabés manejar un auto manual y pasás a uno automático.
Entonces, me parece más interesante y útil que, en lugar de poner el foco en “desaprender”, podamos ponerlo en aprender a (re)aprender.
Porque estamos todo el tiempo siendo, en movimiento, aprendiendo, reaprendiendo, con nuevas necesidades, deseos y ganas. Aprender a aprender es hoy la mejor herramienta con la que podemos contar. Y eso quedó en evidencia durante estos últimos años. Por eso, te propongo que, desde ahora, en lugar de preguntarte “cuánto sé de esto”, empieces a pensar “cuánto más puedo/estoy dispuest@ a aprender”.
Cuando cambiás el foco y te corrés del cuanto sé (etapa 4), donde está tu zona de confort, y te posicionas en el “cuánto soy capaz de aprender”, estás volviendo a la etapa 1 o 2, lo que te permite abrirte a la zona de aprendizaje y al mundo de cosas que no sabés que no sabés.