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Los intereses económicos regionales de China y Japón

Según Coface, China y Japón se están convirtiendo en competidores en la Región Asia Pacífico, tanto el ámbito comercial como en el de la inversión. De acuerdo al informe de Coface, mientras que Japón lleva la delantera en términos de inversión, China sigue siendo el líder en el ámbito comercial. Sin embargo, el crecimiento de las inversiones chinas podría, eventualmente, convertirse en una amenaza para los intereses de las empresas japonesas en la región.

Comercio e inversión: incipiente competencia entre Japón y China

Japón y China no son sólo importadores netos de commodities, sino que también son grandes importadores de piezas y componentes mecánicos y electrónicos, que son procesados y transformados en bienes de exportación de alto valor añadido. Esto obedece al hecho de que ambos países son también importantes actores en las cadenas de valor globales especialmente en materia de electrónica. Por tanto, no sorprende que los tres principales productos que ambos países exportan a Asia sean los mismos – maquinaria y equipos eléctricos, maquinaria y aparatos mecánicos y productos siderúrgicos. China ha conseguido escalar posiciones en la cadena de valor mundial y este proceso debería continuar. Dado que la similitud de las estructuras de producción de ambos países se acentúa cada vez más, es inevitable que surja la competencia.

El proyecto insignia de China de la nueva “Ruta de la Seda” anticipa miles de millones de dólares en infraestructura y otras inversiones, lo que ha alimentado las expectativas de los dirigentes asiáticos. Sin embargo, la Inversión Extranjera Directa (IED) que sale de China al mundo, ha descendido un 29,4%, a 120.000 millones de dólares en 2017. Esta es la primera contracción anual en los flujos salientes de IED desde 2009. Las IED (que entran del mundo a China) han aumentado un 7,9%, alcanzando los 135.000 millones de dólares. Esto significa que, en 2017, China ha vuelto a ser beneficiaria neta de las IED.

Aunque ensombrecidas por las expectativas en torno a la Ruta de la Seda, las empresas japonesas siguen dejando su impronta en el panorama económico de Asia. Japón ha mantenido el crecimiento de sus inversiones en el exterior, superando a China en este aspecto y convirtiéndose en un operador relevante. Coface prevé que Japón seguirá siendo una potencia clave en la región en el futuro inmediato por varias razones. Japón, una economía madura y próspera, comenzó a invertir en el extranjero mucho antes que China y esto le ha supuesto una ventaja a la hora de asegurar su liderazgo en la región. Recientemente, los elevados costos de producción han promovido un desplazamiento hacia los países del Sudeste Asiático, con costos laborales más bajos, dando la oportunidad a las empresas japonesas de demostrar una vez más su dinamismo e influencia.

Amenazas potenciales para los intereses de las empresas japonesas

A pesar de la ventaja de Japón como primer operador en las inversiones, Coface observa un sorprendente paralelismo entre las estrategias de inversión de ambos países, que podría augurar malas noticias para las empresas japonesas. Las inversiones chinas se están desplazando de los recursos naturales hacia otros sectores, entre ellos, la manufactura y los servicios – áreas en las que tradicionalmente Japón ha jugado un papel más importante. El sector de la minería cayó del cuarto al decimotercer puesto entre 2006 y 2016, mientras que la industria escaló de la quinta a la segunda posición. Japón sigue siendo un jugador clave para el sector industrial, pero su porcentaje de 69% de los flujos totales de IED (Inversión Extranjera Directa) ha descendido a sólo 35% en 2016. Esto se debe a la reorientación de Japón hacia el sector de los servicios de alto valor agregado y las tecnologías de la información y comunicación (TIC) – que se corresponde con las ambiciones de China en la región.

Competencia es sinónimo de dinamismo, y contar con dos potencias en Asia podría generar nuevas oportunidades de negocio para las empresas de la región. No obstante, esto también podría ser una fuente de incertidumbre, especialmente para las empresas japonesas que no consiguen mejorar su juego.