Me parece (puedo estar equivocado) que vamos a tener que frenar tanto impulso hacia la “nueva normalidad” para no irnos de boca al suelo… O en “dialecto futbolero” vamos a tener que pisar la pelota y mirar cómo está parado el “equipo”…
No estoy diciendo que está pasando, sino que no tiene que pasar…
A ver, coincidiran conmigo que no todos pueden desplazarse en bicicleta o monopatín eléctrico, algunos por razones físicas y de edad y otros por las distancias a recorrer. Y en las condiciones que posee la mayoría de las infraestructuras de las grandes ciudades, no podemos desconocer que los involucramos “de prepo” en un sistema de gran vulnerabilidad para ellos.
Muy similar panorama enfrentamos cuando se propone un amplio plan de facilidades para adquirir motos. La Argentina del pasado tiene sobrados ejemplos (1998 con la desregulación de los transportes públicos, o la del 2001 con la debacle económica. En ambos casos los ciclomotores se compraban en cuotas con DNI en los Supermercados) de lo insensato de dichos programas sin la contención de un adecuado sistema de expedición de licencias y de VTV de las motos.
En las grandes concentraciones urbanas del país es una increíble estupidez pretender prescindir de los servicios públicos de transporte masivo de pasajeros. No hay forma de suplirlo. No existe matemáticamente posibilidad de abastecer la capacidad de calzada necesaria (oferta) para una demanda de transportes privados e individuales, que movilice a toda la sociedad.
Por ello los esfuerzos (intelectuales y económicos) deberán volcarse a encontrar soluciones sanitarias a las condiciones de prestación del servicio público de transporte y no a su simple negación. Y por sobretodo, ahora más que nunca, estamos obligados a generar un sistema integrado de los medios de movilidad de nuestra sociedad con oferta de viajes combinando medios y analizando implementar alternativas de movimientos diferenciados en espacio y tiempo (distribución territorial y horaria de actividades).
El desafío es muy grande. En realidad siempre lo fue, desde la enorme concentración de población e intereses en escasos metros cuadrados de nuestras grandes urbes. Hoy ese desafío se ha hecho más grande a partir del componente sanitario con la aparición del Covid19 y la necesidad del “distanciamiento social”.
Tenemos que resolverlo, pero sin acciones histriónicas (buscando gratificación inmediata) y aisladas, sin estar coordinadas en un programa de acción integrada.
Caso contrario será un desastre…en el que no habremos controlado el dilema sanitario de la “pandemia” del coronavirus, y podemos agravar las consecuencias ya hoy nefastas de la “pandemia” de la siniestralidad vial.