La economía de Brasil se contrajo un 3,8% en 2015 y se prevé una nueva caída del PIB del 3% en 2016, tal como revela el último Informe de Coface. La persistente crisis política y la profunda recesión ha llevado al colapso de los indicadores de confianza. No se espera una recuperación significativa de la economía antes de 2017.
[box type=»note»]El 12 de mayo de 2016, la Presidenta Dilma Rousseff fue removida temporalmente de su cargo, después de que el Senado votó para comenzar un juicio político. Los procedimientos contra su mandato se refieren a infracciones de la Ley de Responsabilidad Fiscal y se basan sobre todo en irregularidades fiscales. Ahora que el vicepresidente Michel Temer (del partido PMDB) ha asumido la presidencia, la Cámara Alta tendrá 180 días para convocar un juicio para discutir los cargos. Dilma será sometido a juicio político definitivamente si dos tercios de la Cámara Alta votan a favor, en cuyo caso Temer cumpliría con el resto del período presidencial, concluyendo en 2018.[/box]La investigación “Lava Jato”[1] ha levantado sospechas de que el dinero de Petrobras pudo haber sido usado en campañas políticas, para comprar el apoyo político en el Congreso y para el enriquecimiento personal. Como un ejemplo, se ha demostrado que Petrobras reportó una pérdida de 6.200 millones de reales (aproximadamente 2.300 millones de dólares americanos, esto es 0,1% del PIB) en su balance financiero de 2014, que se cree están referidos a los costos adicionales inapropiadamente capitalizados en el esquema de corrupción destapado por el “Lava Jato”.
Aunque el mercado ha reaccionado positivamente cada vez que hay noticias favorables al juicio político, no debemos esperar una recuperación, debido a que el partido del Vicepresidente también está siendo investigado por corrupción – lo cual hace difícil para ellos presentar una alternativa viable para el actual gobierno.
Un economía derrumbándose a la espera de las resoluciones del nuevo gobierno
Por el lado económico los resultados de 2015 (-3,8% PIB año contra año) fueron los peores desde 1990 y ninguno de los principales retos del país han sido mejorados. El ajuste de los precios administrativos (los cuales eran artificialmente bajos) y la fuerte depreciación en el tipo de cambio, condujo a una inflación del 10,7% al cierre del año – muy por encima de la meta de 4,5%. Los ajustes fiscales han fallado y la deuda pública, así como el déficit fiscal se deterioraron en 2015. Coface degradó la evaluación riesgo país de A4 a B (riesgo significativo) en septiembre y nuevamente a C (alto riesgo), en enero de 2016. Las tres principales agencias calificadoras de riesgo han posicionado a Brasil en status “basura”.
[box type=»note»]La economía no comenzará su recuperación antes de que el impasse político se haya resuelto totalmente. El primer desafío será el resultado fiscal para 2016. Actualmente los 12 meses de déficit acumulados hasta marzo de 2016 se sitúa en 2,28%, por lo que la propuesta de un 1,6% del gobierno de Dilma ya parece poco realista. El nuevo gobierno probablemente trabajará con un déficit mayor, y sería imposible obtener mejoras del balance fiscal antes de final de año.[/box]La recuperación de la confianza de negocios parece ser temporal en el corto plazo ya que Temer está tomando el cargo con un apoyo débil de parte de la población, debido a que no fue elegido en elecciones directas y su partido está altamente ligado al escándalo de corrupción “Lava Jato”.
Sólo dos indicadores se esperan que mejoren en el corto plazo: la balanza comercial y la inflación. Respecto al comercio internacional, ambos, tanto importaciones como exportaciones han caído en términos de ingresos. Aunque la fuerte depreciación del tipo de cambio durante el último año por fin ha mejorado la competitividad de los productos fabricados en el país, la debilidad de la moneda ha reducido los precios de exportación en dólares. Hasta ahora, la mejora en el volumen de exportaciones no ha sido suficiente para resultar en mayores ingresos.
Se espera que los riesgos sectoriales aumenten su intensidad
La insolvencia ha alcanzado un nuevo máximo, afectada por la operación “Lava Jato” y la actual recesión. En 2015, un total de 1.287 empresas se acogieron en Brasil al concurso mercantil o Capítulo XI. En el primer trimestre de 2016, ya se han presentado 409 solicitudes (+114% año contra año). Esta cifra indica que la tendencia negativa parece intensificarse aún más en 2016 y es previsible que el país reporte un segundo año de contracción económica.
La producción industrial se ha desacelerado durante 24 meses consecutivos acumulados hasta febrero de 2016, el sector retrocedió 9% y aún no hay signos de recuperación. Definitivamente la población no tiene deseos de comprar, al tiempo que el mercado laboral se ha deteriorado y los empresarios no invierten debido al ambiente de alta incertidumbre.
El escenario de debilidad se ha extendido hacia los sectores más importantes de la economía, lo que ha conducido a mayores tasas de insolvencia. El barómetro sectorial de Coface muestra que los principales segmentos de la actividad productiva, se encuentran en riesgo alto. La situación es aún peor para las industrias de la construcción, automotriz y del acero, las cuales se ubican en una circunstancia de riesgo muy alto.
No existe una salida fácil para esta crisis y la población está cansada de la corrupción, lo que significa que una recuperación de la confianza es improbable en el corto plazo”, dijo Patricia Krause, Economista de Coface para América Latina.
La protesta anti gobierno del 13 de marzo, fue la más grande en la historia del país, con 3 millones de participantes. Esto demostró que la población no solo estaba en descontento con el gobierno de turno, en general, lo estaba con todos los políticos bajo investigación. Por otra parte, cualquiera que sea el resultado de la disputa política, la gran fragmentación del Congreso continuará obstaculizando el avance de las reformas estructurales tan necesarias para el país.
En resumen, dos cosas están claras. Brasil no comenzará su recuperación hasta que el estancamiento político sea resuelto – y hasta entonces la recuperación económica no será inmediata. Hasta principios de 2017 habrá ligeras mejorías en los índices de confianza y posiblemente leves tasas de crecimiento del PIB. Sin embargo, algunos agentes ya pronostican que la década actual estará perdida en términos de actividad económica.