Los metales utilizados en los vehículos eléctricos, como el litio, el cobalto y el cobre, están en el epicentro de la revolución que está viviendo la industria automovilística. Las estrictas regulaciones, los programas de apoyo del gobierno y el incremento del uso de vehículos eléctricos en ciertas regiones están estimulando la demanda de estos metales, que actualmente son indispensables en la fabricación de baterías. Los desequilibrios entre la oferta y la demanda están provocando un aumento de sus precios, a pesar de que la cuota de mercado de los vehículos eléctricos sigue siendo modesta. En su último análisis, Coface no prevé cambios importantes en estas tendencias de precios durante los próximos dos años.
Las diferentes configuraciones de baterías, o el posible uso de hidrógeno como fuente de energía, no reducirán la presión sobre el uso de estos metales, aunque el alto costo de su integración contribuye a fomentar la investigación y el desarrollo de tecnologías alternativas. No obstante, estos esfuerzos podrían cambiar la situación a largo plazo, con una fuerte competencia entre países para obtener una ventaja en la próxima generación de vehículos.
Los metales esenciales para la producción de baterías se benefician de las fuertes tendencias estructurales
El segmento de vehículos eléctricos sigue creciendo a nivel mundial, con una cuota de mercado del 13% en 2020 frente al 8% de 2019.Según datos de la Agencia Internacional de la Energía:
• Mientras que las ventas de automóviles cayeron un 6% en 2020, las ventas de vehículos eléctricos aumentaron un 41%, ya que Europa mostró una fuerte preferencia por este segmento.
• En el primer trimestre de 2021, las ventas de vehículos eléctricos aumentaron un 41% frente al primer trimestre de 2020. Se espera que aumenten un 70% durante el año.
Además, para 2035 se prohibirá la venta de motores de combustión interna en algunos mercados, incluida Europa, lo que eliminará la competencia para los motores eléctricos.
Esta tendencia ejerce presión sobre los metales necesarios para la fabricación de vehículos: litio, cobalto, grafito, níquel, tierras raras, aluminio y cobre. Para las baterías se utilizan decenas de kilos de metales, si no cientos, en particular de aluminio, que representa aproximadamente la mitad del peso total, seguido del cobre, el grafito y el níquel.
El aluminio también se utiliza en otras partes de los vehículos, como el chasis o los paneles internos, debido a las ventajas de su peso y su capacidad de protección eficaz en las colisiones. El caso del cobre también es interesante: es fundamental para la producción de baterías, pero también lo utilizan las comercializadores eléctricas, que tienen que desarrollar nuevas redes para adaptarse a la electrificación de las flotas de automóviles y esta nueva demanda de energía.
El crecimiento de la demanda supera la oferta, lo que ejerce presión sobre la producción y los precios
Coface espera que los precios del níquel, aluminio y cobre aumenten un 34%, 25% y 47% respectivamente entre 2020 y 2021. Además, se estima que la demanda aumente considerablemente entre 2020 y 2050. La demanda de cobre para vehículos eléctricos aumentará un 9,9% anual durante este periodo, mientras que el níquel probablemente crecerá a un ritmo anual del 11,8%.
Los principales productores de estos cotizados metales son la República Democrática del Congo (RDC), Australia, Indonesia, Chile y Rusia, lo que ha llevado a estos gobiernos a modificar sus códigos mineros para captar una mayor parte del valor añadido generado, pero también a reforzar la normativa medioambiental para proteger a las comunidades locales. La presión sobre las empresas mineras y metalúrgicas para mejorar la oferta y responder a estas tendencias se verá intensificada.
Coface estima un aumento del gasto de capital para captar el crecimiento, pero las empresas del sector también tendrán que mostrar una alta rentabilidad, lo que supone un reto a corto plazo. De hecho, el sector se vio profundamente afectado por la pandemia a principios de 2020, con caídas de precios derivadas de la caída de la demanda y de los confinamientos. Como las perspectivas económicas eran más débiles en ese momento, los presupuestos de exploración y aumento de la capacidad se redujeron antes de que se revirtiera la tendencia.
Desafíos para reducir las dependencias
Los fabricantes de baterías y sus clientes están tratando de reducir su dependencia del cobalto, pero también de encontrar fuentes de energía alternativas. El hidrógeno generalmente se cita como una alternativa fuerte, capaz de aligerar los costos generales de la industria y el impacto medioambiental. Sin embargo, Coface no prevé que el hidrógeno cambie las reglas del juego durante esta década sin recibir fuertes incentivos por parte de los gobiernos.
Además, no se espera que los actores del ecosistema de las baterías, que incluye a usuarios finales como los fabricantes de automóviles, favorezcan el hidrógeno a corto plazo, ya que han invertido mucho en baterías para cumplir con las estrictas regulaciones establecidas por las diversas autoridades.
El reciclaje y la economía circular son otras respuestas para satisfacer la creciente demanda y reducir el impacto medioambiental. La voluntad de desarrollar el uso de vehículos eléctricos se basa en la consecución de los objetivos del Acuerdo de París y la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, la extracción de metales, como cualquier proceso minero, tiene un impacto significativo en el medio ambiente y en las comunidades. En la República Democrática del Congo, la deforestación y el trabajo infantil están muy extendidos.
Es necesario abordar estas cuestiones para dar a la revolución de los vehículos eléctricos el crédito que merece.
Con millones de vehículos eléctricos vendidos, el reciclaje será una cuestión clave en los próximos años, y muchas empresas se están apresurando a desarrollar sus propias operaciones en este segmento. El reciclaje de cobalto y níquel es relativamente maduro, con una tasa global del 60%, pero el litio rara vez se recicla, con una tasa global de solo el 1%. Por tanto, hay margen de mejora, especialmente a través de una mejor gestión de los residuos.