Las estadísticas mundiales y en especial las locales, muestran que la participación de jóvenes en siniestros viales graves es mayoritaria. En nuestro país durante el año 2014, según cifras oficiales de la ANSV, murieron 5279 personas en siniestros viales. De ese total, el 24,34% tenía entre 15 y 24 años, es decir aproximadamente 1300 jóvenes murieron solo durante el 2014 a causa de siniestros viales. Esto equivale a sufrir cada año el doble de la pérdida de vidas humanas de la guerra de Malvinas, tal como desarrolla un informe de OVILAM.
Lamentablemente este problema no es solo argentino, el mundo entero adolece del mismo mal. Los especialistas a nivel global están trabajando en tratar de evitar semejantes pérdidas basándose en las causas que las originan, que por cierto son muchas, y aplicando soluciones dentro de lo posible.
Lo primero que pensamos cuando hablamos de siniestros viales y jóvenes es en el alcohol. De hecho el “exceso de alcohol” está presente en aproximadamente un tercio de los siniestros fatales en esta franja atarea, pero no es el único de los motivos. Está comprobado que hasta aproximadamente los 25 años no se termina de formar por completo en el individuo el sentido del “riesgo”. Los jóvenes se sienten inmortales y además piensan que “esas cosas” a ellos no les van a pasar. Por lo tanto arriesgan más de la cuenta y no ponderan el riesgo como lo haría un adulto. Otro de los motivos es las distracciones. Los jóvenes son más dispersos, prestan menos atención confiando muchas veces en sus reflejos y tienden a hacer acciones simultáneas en mayor porcentaje que en otras edades. Estas distracciones muchas veces vienen de la mano de la tecnología a través del uso de los teléfonos celulares, el envío o recepción de mensajes de texto o la utilización de auriculares. También es común escuchar los equipos de audio de los vehículos conducidos por los jóvenes a pleno volumen. Esto les quita, a ellos y cualquier persona de otra edad, uno de los sentidos más importantes en el tránsito, que es el oído.
Estudios hechos en EE.UU. muestran otra característica muy interesante que debe ser tomada en cuenta. La probabilidad de que un joven sufra un siniestro vial grave al conducir un automóvil se multiplica linealmente por la cantidad de jóvenes que lo acompañan. Esto tiene múltiples motivos, pero principalmente se trata de las distracciones que se generan, del “acicateo” al que se somete al conductor para que genere actos imprudentes y maniobras arriesgadas y a la necesidad del conductor de mostrar su mal llamado “coraje” ante sus eventuales acompañantes.
Otro motivo es la inexperiencia. Esta falta de vivencias en el tránsito cotidiano y en el manejo del vehículo los lleva a cometer errores en los que no caen comúnmente los adultos porque ya han pagado, como se dice comúnmente, su “derecho de piso” y aprendieron de sus errores.
Muchos países han trabajado profundamente en el estudio de estas causas y en la implementación de soluciones. Tal vez sea Australia uno de los países que tenga mejores prácticas al respecto. Para que un joven pueda acceder a su licencia de conducir, en primer lugar habrá recibido educación vial en la escuela primaria y secundaria y luego tendrá que rendir tres etapas de exámenes teóricos y prácticos que lo irán habilitando gradualmente y con limitaciones para conducir en la vía pública. El proceso hasta lograr la denominada “licencia completa” demanda tres años, por lo que recién a los 21 años un joven australiano está habilitado a conducir sin que lo acompañe un adulto, por vías de alta velocidad (rutas y autopistas) y con los límites de alcoholemia (0,5 grs de alcohol / litro de sangre) que rigen para los conductores particulares.
Nadie garantiza que con la aplicación de las soluciones anteriores se erradique por completo el problema de la siniestralidad vial causada por conductores jóvenes, pero las estadísticas muestran claramente que educando, controlando y generando importantes exigencias para obtener la licencia de conducir se han mejorado sustancialmente las cifras de pérdidas humanas y heridos graves en esta delicada franja de edad.