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El triángulo del fraude: ¿Cómo justificamos psicológicamente el robo, el fraude y la corrupción?

Por Ing. Gabriel Mysler, Consultor especializado en Innovación para la industria de Seguros.-

El fraude en las empresas es un tema que preocupa cada vez más debido a la facilidad con que, muchas veces, resulta cometerlo. Los riesgos económicos, legales y reputacionales son demasiado importantes como para soslayar el problema.  Hoy en día la tecnología contribuye en gran medida a la ejecución de actos ilícitos con mayor rapidez y su trazabilidad se hace más difícil. ¿Puede la tecnología también ayudarnos a mitigarlos?

En muchos casos de fraude, es posible encontrar que operan mecanismos a nivel psicológico por parte de quien lo ejecuta que generan una justificación del ilícito, casi como si realizara un acto de justicia por mano propia frente a su empleador. Para poder analizar esto con más detenimiento,  entendamos de qué se trata el llamado triángulo del fraude.

EL TRIÁNGULO DEL FRAUDE

Donald Cressey desarrolló esta teoría donde explica los factores que llevan a comportamientos no éticos. Entender este triángulo nos ayudará a comprender y combatir la corrupción, el robo y el fraude en organizaciones y negocios. Los tres factores componentes del triángulo del fraude son:

Presión: es necesaria alguna forma de presión o motivación para cometer un acto criminal. Esta presión puede no ser relevante para un observador externo, pero debe estar presente. Pueden ser deudas de juego, deudas financieras, drogas, alcohol y gastos que superan los ingresos. La codicia actúa muchas veces como presión.

Oportunidad: La oportunidad es la posibilidad de actuar sin altas probabilidades de ser atrapado. Esto incluye falta de controles adecuados, connivencia entre partes, errores en seguridad, entre otros.

Racionalización: la persona justificará lo que está por hacer, racionalizando su acto. Esta racionalización incluye, entre otras, conceptos como “Solo lo tomo prestado”, “A mí me sirve mucho más que a la empresa”, “Me lo merezco porque me pagan menos de lo que merezco”, “La empresa también es inmoral, “Lo que me llevo es insignificante”.

Si bien hay muchas maneras de presentar este triángulo, y diferentes autores le adjudican distintos porcentajes de importancia a cada factor, es importante recordar que los tres factores deben estar presentes para que se cometa un delito. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Cómo se puede explicar la justificación psicológica del robo, el fraude y la corrupción?

LA PARADOJA DE LA CARNE

Para comprender esa justificación ética por parte de quien realiza un acto fraudulento, podemos recurrir a la explicación de la paradoja de la carne: ¿Es posible sostener que amamos a los animales y, a la vez, comer carne? Claramente los vegetarianos dirán que no es posible, y por ello se abstienen de consumir carne. Sin embargo, la mayoría comemos carne e, igualmente, afirmamos amar a los animales. La alta proporción de personas que tienen mascotas y las duras leyes contra el maltrato animal prueban que a muchos nos preocupan los animales. Entonces ¿Cómo evitamos esta disonancia cognitiva entre lo que creemos y lo que hacemos?

Uno de los mecanismos más usados (de modo inconsciente, claro está) es negar el estatus moral de los animales.  Hay mascotas (perros y gatos), animales de trabajo (caballos y burros) y animales “comestibles” (vacas, cerdos, pollos). Estos son marcos mentales que nos permiten ver las cosas de un modo particular y nos alivian la tensión que nos generaría pensar de un modo, y actuar de otro: Es así que en Occidente vemos con desagrado que en Oriente alguien pueda comer gatos o perros. Cuando le negamos el estatus moral a un animal, cuando más lo “deshumanizamos”, más fácilmente resolvemos la paradoja de la carne, consciente o (generalmente) de modo inconsciente. Es así que el perro está humanizado, en cambio, la vaca deshumanizada. Este es el mecanismo que opera por detrás para resolver las tensiones entre nuestras creencias y nuestras acciones, y es el mismo que aparece muchas veces en el robo al empleador. Las acciones reales o supuestas del empleador permiten rebajar su categoría a “moralmente inferior” y le permite al empleado sentir que no está robando. Muchas veces el robo al empleador se racionaliza como un acto de justicia.

Entonces, la pregunta es: ¿Cómo hacemos para minimizar las posibilidades de que se cometa fraude, corrupción o robo optimizando los costos y maximizando los resultados?

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA COMBATIR EL FRAUDE, LA CORRUPCIÓN Y EL ROBO:

 

  • Trabajar sobre la racionalización:

 

Aquí es conveniente recordar la paradoja de la carne: Cómo las personas nos “permitimos” hacer lo indebido, muchas veces convencidos de que no es robo sino un acto de justicia.

  1. Los códigos de ética de las compañías, los códigos de transparencia, la tolerancia cero respecto a los actos fraudulentos pueden ser una gran ayuda. 
  2. Comunicar y educar sobre los perjuicios para la empresa, los clientes y los otros empleados de los actos inmorales es imprescindible. 
  3. La ética y transparencia de la cabeza de la organización es vital, la sensación de justicia y ética empresaria también.

 

  • Trabajar sobre las presión

 

  1. Conocer las posibles presiones a las que pueden estar sujetos los miembros de una organización o empresa es de vital importancia. Los test de Integridad y honestidad durante la selección de personal, ascensos y promociones son muy eficientes para prevenir el delito. Conocer de antemano el grado de confiabilidad e integridad de las personas nos brinda un mapa muy adecuado para trabajar de modo preventivo.
  2. Las presiones internas que derivan de exigencias excesivas de performance y resultados pueden ser disparadores de acciones deshonestas para poder cumplir las metas impuestas por la organización.
  3. Observar si el nivel de vida de las personas se condice con sus ingresos. Un nivel de vida por arriba de las posibilidades podrá forzar a las personas a actos deshonestos para seguir con ese nivel de gastos

 

  • Minimizar las oportunidades

 

  1. En esta área es donde más se trabaja habitualmente y donde se invierte la mayor cantidad de esfuerzo y recursos: Seguridad interna, CCTV, controles de acceso, auditorias, sistemas informáticos y controles cruzados son habituales en las empresas. 
  2. Controles permanentes y random, así como una supervisión activa sobre los bienes de la organización ayudará a dificultar la tarea de quienes deseen cometer un ilícito. 
  3. Una cultura organizacional fomente la transparencia y denuncie las malas prácticas, en la que el ilícito sea mal visto y denunciado, es muy importante.