En Argentina, un test de prevención realizado el año pasado a conductores, los resultados reflejaron que debemos pensar otras estrategias de control a la hora de subirse a un vehículo. Un 35% de los conductores sometidos a controles de drogas en 2014 dieron positivo en un total de 29.573 tests.
Aunque desde el 15 de julio de 2010, Buenos Aires es la primera ciudad de Latinoamérica que realiza controles de drogas a conductores. Lo cierto es que en los últimos años, los expertos en siniestros viales denunciaron que no existen controles en Argentina para aquellos conductores que suben a los rodados bajo los efectos de sustancias ilegales como la marihuana y la cocaína, así lo afirma en una nota del Diario Popular.
El uso de drogas afecta la capacidad para conducir, ya que puede dificultar la coordinación, producir relajamiento muscular, afectar la velocidad de reacción, nublar la visión, incapacitar para juzgar adecuadamente tiempo y distancia, producir distorsiones de espacio, tiempo y lugar y llevar al conductor a tomar riesgos extremos, entre otros efectos.
En ciertos sectores de la sociedad, sobre todo en los jóvenes, el consumo de drogas antes de conducir significa un peligro igual o mayor al del alcohol, más ahora que existen ciertas sustancias que no se mezclan con bebidas alcohólicas, como determinadas drogas sintéticas.
En el artículo 5.4.8 del Código de Tránsito se castiga el uso de “sustancias que disminuyen la aptitud para conducir” más allá del alcohol. De hecho, si bien esta exigencia está presente en numerosos códigos de tránsito de la Argentina y de otros países, nunca se implementaron las pruebas.
Con los controles de drogas se detectan: la presencia de marihuana, cocaína, opiáceos, anfetaminas y benzodiazepinas. La normativa no establece una concentración tolerada, como en el caso de alcoholemia (0.5 g/l) Los exámenes son cualitativos: la mera presencia de la sustancia impide la continuidad de la conducción de un vehículo. El objetivo de estos controles es exclusivamente incrementar la seguridad vial.
Se utilizan Dispositivos de última generación para el control, en dos etapas:
1) Pupilómetro: a partir de la reacción de las pupilas a un impulso lumínico, determinar si la persona está en condiciones normales para conducir vehículos o si su organismo observa un desbalanceo que hace desaconsejable tal actividad. En caso de que el resultado sea “No pasa”, se continúa con el examen específico:
2) Test de saliva: se utiliza material estéril y descartable y los detectores de drogas sólo requieren del conductor una pequeña muestra de saliva.