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A 111 años del hundimiento del Titanic: el siniestro menos pensado que involucró a 70 aseguradoras

Titanic: datos curiosos sobre la embarcación más famosa de la historia, a 111 años de su naufragio.
Ha pasado más de un siglo desde el siniestro marítimo más renombrado de la historia. El 14 y el 15 de abril de 1912 marcaron un antes y un después para la historia de la humanidad y, por supuesto, de los mares. En esta nota, el rol clave de las aseguradoras en este hecho trágico mundialmente conocido.

El transatlántico Titanic prometía ser para su época el mayor buque de pasajeros del mundo y totalmente “insumergible”. Este gran barco, que fue construido en un astillero en Belfast, Irlanda del Norte, medía 269 metros de largo. Partió en su viaje inaugural el 10 de abril de 1912 desde el puerto de Southampton, Inglaterra, con destino a Nueva York, Estados Unidos.

Llevaba a bordo 2.223 pasajeros, pero junto con la tripulación albergaba a unas 3.300 personas. Y en la madrugada del 14 de abril, hace 111 años, impactó de costado con un iceberg, lo que provocó el hundimiento de la formación entera en tan solo tres horas.

Por esta tragedia murieron más de 1.500 personas, y allí el papel de las aseguradoras fue crucial para la historia del transatlántico. Aún hoy en día, aquellas que fueron parte de este incidente de popularidad mundial, guardan documentos de aquel entonces, permitiendo reconstruir la magnitud de semejante catástrofe.

Una de ellas es LLoyd’s de Londres, donde el barco estaba asegurado por más de 1,2 millones de libras esterlinas (unos 200 millones de dólares de la actualidad), gracias a que el corredor Willis Faber & Co. había acudido a la sala de suscripción de la compañía para asegurar el Titanic y su barco gemelo, el Olympic, en nombre de White Star Line.

Esta aseguradora también ayudó a que la noticia del hundimiento llegase más rápido a tierra firme, participando como fuente de comunicación: la estación de señales de Lloyd’s en Halifax, Nueva Escocia, se llamaba Cape Race y fue la primera en escuchar la noticia de que el barco se estaba hundiendo. Sin dudas, el siniestro menos esperado…

Imagen de la página “Titanic” del índice de Lloyd’s List.

 

Otro de los operadores del mercado asegurador involucrados fue J. & H. Marsh & McLennan, que fue una de las encargadas de asegurar las pertenencias de los pasajeros. El monto de las indemnizaciones superaba los 3,4 millones de libras esterlinas. Dentro de los objetos de valor asegurados habían joyas, documentos de relevancia, automóviles y hasta un perro, entre otros.

El comprobante de colocación del Titanic y su barco gemelo, Olympic. La cobertura era de 12 meses para el casco y la maquinaria, valorada en 1 millón de libras esterlinas para cada embarcación. Imagen proporcionada por Lloyd’s en su página web.

Chubb también formó parte de esta historia, aunque lo hizo a través de las compañías de seguros predecesoras de la que ellos formaron parte (Aetna, Federal, INA). Las mismas sufrieron pérdidas por el hundimiento del Titanic, ya que estaba entre un «pool» de aseguradoras que cubrían el casco, lo que le costó a la compañía unos 100 mil dólares de la época. En ese entonces, Thomas Caldecot Chubb y su hijo Percy tenían su negocio de suscripción marítima en el distrito portuario de la ciudad de Nueva York.

Imagen extraída de la página web de Chubb con una copia de la póliza involucrada.

Allianz, otra de las aseguradoras más importantes del mundo, también tuvo un papel relevante en esas fechas. Según explica la propia compañía, el Titanic estaba asegurado por un valor de casco de 5 millones de dólares a través de más de 70 coaseguradores, incluida Allianz, que fue una de las pocas aseguradoras no británicas que cubría a este barco. La compañía, en ese entonces, pagó alrededor de 700 mil marcos alemanes (más de 350 mil euros).

Este suceso, que marcó un antes y un después en la historia de los siniestros marítimos, lleva consigo miles de historias dentro suyo que impactan hasta nuestros días. Y a la vez, no hace más que ratificar la relevancia de la institución del seguro con el paso de los años, su capacidad de respuesta ante un hecho de fastuosa magnitud, la importancia de atomizar el riesgos y, por sobre todas las cosas, tener presente que si hay riesgos, hay seguros.