A partir de la entrada en vigencia de la LRT y con el correr de los años, se cambiaron las reglas que regían la gestión de los riesgos del trabajo en la Argentina. Actualmente el sistema se encuentra en una situación tal que, puesta en marcha una reforma hace poco más de un año y medio, es preciso enfatizar en la eficacia y eficiencia de los aspectos ligados a la prevención. Así lo destaca la Unión de Aseguradoras de Riesgo del Trabajo (UART) en su Boletín Informativo de Julio-Agosto de 2014.
El camino recorrido ha sido más que relevante. Desde la entrada en vigencia del Sistema, el índice de incidencia en Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales (ATyEP) (que mide la cantidad de accidentes por cada mil trabajadores cubiertos), ha disminuido el 29%, mientras que el índice de fallecidos (que mide los fallecimientos producidos por cada millón de trabajadores cubiertos) ha caído un 67%. Logros más que relevantes. De todos modos, queda camino por recorrer aún y en este sentido es clave que el empleador, como responsable de la ejecución de las actividades en pos de la prevención de accidentes y enfermedades, tenga presente las ventajas que genera un ambiente de trabajo seguro.
1. ¿Cuáles son las consecuencias de no prevenir?
Considerando la situación a nivel sistema, durante el año 2013 se estima que se produjeron 437.042 siniestros con baja laboral en ATyEP (excluye in itinere).
Esto implica que 50 de cada 1000 trabajadores sufrieron durante el año las consecuencias de un accidente de trabajo o enfermedad profesional. La situación es muy diferente entre las ramas de la actividad económica. En un extremo, la probabilidad de que un trabajador de la construcción sufra un accidente es más de 3 veces superior a la de un trabajador de servicios.
En muchos casos el tipo de actividad determina los riesgos. Sin embargo, la información también sugiere que esta determinación no es absoluta. Un hecho notable es que se observan tasas de siniestralidad muy diferentes entre empresas que desarrollan procesos productivos parecidos. Esto está sugiriendo que además del tipo de actividad, hay otros factores que determinan la siniestralidad de una empresa. Y, son estos factores los que también hacen a la competitividad de la empresa en sí.
2. La rentabilidad de la prevención
El solo hecho de que la prevención puede evitar muertes o el sufrimiento de personas constituye de por sí un argumento lo suficientemente poderoso para que sea asumida como una tarea prioritaria. Sin embargo, la prevención no sólo constituye una actividad humana y socialmente rentable.
También lo es desde el punto de vista estrictamente económico. No solo se encuentra el costo directo en caso de un accidente, sino además es necesario contemplar los demás costos, indirectos y también ocultos. Por ejemplo, el tiempo perdido con motivo del accidente por parte de los restantes trabajadores; el tiempo consumido por mandos medios y superiores para atender el caso; costos de contratar y entrenar un reemplazo; daños en maquinarias, equipos e instalaciones; pérdidas de insumos y de producción; deterioro en el clima laboral; daños sobre la imagen de la empresa; etc.
El hecho de que estas erogaciones no aparezcan explicitadas en la contabilidad de la empresa como tales no implica que no existan. Muy por el contrario, estudios realizados con la finalidad de medir estos rubros ocultos, demuestran que son de una importancia muy significativa. Al punto que, según sea el caso, los costos indirectos pueden representar entre 1 y 7 veces los costos directos.
3. La mayor seguridad jurídica que otorga la prevención
Normas complejas y cambiantes sujetas a interpretaciones subjetivas ahuyentan inversiones y posibilidades de generación de empleos. Este tema brinda otra faceta importante con relación a la prevención, ya que existen normas que fijan responsabilidades de las empresas que hacen a la seguridad de los ambientes de trabajo.
Desde la vigencia de la LRT se avanzó en la generación de normas específicas por actividad. Tales son los casos del Decreto N° 911/96 para la industria de la construcción, el Decreto N° 617/97 para las actividades agropecuarias y el Decreto 249/07 para la actividad minera, aunque la norma mayormente difundida es el Decreto N° 351/79 que conceptualmente está referido a la industria manufacturera pero que en la práctica su ámbito de cobertura se extiende a otras actividades (como por ejemplo el sector comercio y servicios).
¿Cómo opera esta mayor seguridad jurídica? A través de dos vías. Por un lado, evitar las sanciones de la autoridad administrativa, ya sea nacional o provincial. Por otro lado, quedar menos expuesto a reclamos judiciales, como así también disponer de mayores elementos de defensa para enfrentar una demanda
4. Implementar programas de prevención no siempre representa fuertes erogaciones.
Los siniestros laborales tienen origen en diferentes tipos de causas. Es muy común que los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales estén asociados a un conjunto de factores que entremezclados potencian el carácter riesgoso de los ambientes de trabajo. Por eso, una herramienta muy importante es la investigación de los siniestros. Este tipo de análisis permite despejar los diferentes elementos en juego y ayuda a identificar causas. Un buen diagnóstico es la base para estructurar políticas de prevención.
En algunos casos el factor desencadenante es el uso de equipos e infraestructura inadecuada para la actividad que desarrolla el trabajador. Más frecuente es que el equipamiento sea el adecuado, pero se producen fallas debido a que no se desarrollan las rutinas necesarias para cumplir con las acciones de mantenimiento que demandan. En otros casos el problema está en los comportamientos del propio trabajador. Las probabilidades de sufrir un accidente aumentan cuando hay indiferencia o actitudes desafiantes frente los riegos. Por último, también pueden incidir factores organizacionales. Por ejemplo, falta de controles y desorden en el ambiente de trabajo.
Esta heterogénea enumeración de factores conduce a señalar que la prevención depende de una estrategia integral que involucra diversos ámbitos de la empresa. Lo interesante es que generalmente no implican grandes inversiones sino que, por el contrario, se trata de acciones que articulan armónicamente con las estrategias de calidad y aumento de la productividad y que por estas características es preciso que el concepto involucre a todos los niveles jerárquicos de la organización.
5. ¿Quién es quién en la tarea de prevenir?
Las normas que regulan los riesgos del trabajo asignan los siguientes roles a cada uno de los principales actores: el empleador como el responsable de ejecutar el cumplimiento de las normas de salud y seguridad, la ART la responsable de asesorar conforme lo estipula la normativa de la SRT para cada colectivo de empleador afiliado, el trabajador también tiene obligaciones específicas fijadas por la normativa y el Estado en su rol de fiscalización y regulador.
Conclusión
Más allá de las obligaciones legales que llevan al cumplimiento normativo es importante destacar que, además de los beneficios sociales, el evitar accidentes genera a las empresas menores costos directos (salarios caídos, cuota de la ART) e indirectos (el tiempo consumido por mandos medios y superiores para atender el caso; costos de contratar y entrenar un reemplazo; daños en maquinarias, equipos e instalaciones; pérdidas de insumos y de producción; deterioro en el clima laboral; daños sobre la imagen de la empresa; etc.) y aporta mayor seguridad jurídica.