La tormenta perfecta
La campaña 22-23 empezó con un tercer año consecutivo de “año niña”, falta de humedad en el suelo al inicio y lluvias por debajo de los promedios históricos a lo largo del otoño, invierno y verano. Condiciones extremas de heladas generalizadas en octubre y noviembre afectaron todas las zonas. En octubre se registraron eventos de helada en Córdoba, centro sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires; y hacia fines de octubre principios de noviembre, para todo lo que es sudeste y sudoeste de la provincia de Buenos Aires, afectando de forma importante la producción de fina. Las lluvias por debajo del promedio continuaron durante toda la campaña.
Febrero tampoco dio respiro. En la zona núcleo se registraron las temperaturas más altas y también las más bajas de los últimos 60 años según la Guía Estratégica del Agro, publicada por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). En siete días los cultivos sufrieron eventos extremos y totalmente opuestos: soportaron más de 50 horas de temperaturas superiores a 30°C y a los tres días siguientes la temperatura bajó drásticamente, con mínimas que no superaban los 5/6°C llegando hasta 1°/2°C en Córdoba.
Entendemos que el impacto de la variación climática en los cultivos depende de factores como la fecha de siembra, el estado de desarrollo del cultivo y condiciones propias del lote -como la altitud-.
A esto hay que sumarle que la serie de fenómenos extremos que se dieron en un contexto de lluvias por debajo de los promedios históricos, lo que ayudó a que se intensificaran los impactos. Otro ejemplo se dio en Córdoba donde, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en el último verano se registró una novena ola de calor, comparada con las cinco que suelen ocurrir en un año normal.
El escenario se terminó de coronar con las temperaturas extremas durante principios y mediados de marzo. La falta de agua, sumado a las altas temperaturas, acorta las etapas críticas del cultivo, clave para la formación de rendimiento, además de producir pérdidas de área cosechada, sobre todo en cultivos de segunda.
La influencia del clima en los seguros
La falta de humedad en el suelo desde el inicio de la campaña condicionó la siembra. Bajaron las hectáreas sembradas de Fina, lo que dificultó la venta de seguros. En comparación con la campaña anterior, se estima una reducción del 20% de hectáreas aseguradas aproximadamente, basados en los registros de algunas compañías.
En DDN Central de Seguros aumentó la venta del Adicional de heladas tardías en Fina y, como hecho inédito, por primera vez en nuestra historia todos los clientes que habían tomado la cobertura denunciaron siniestros de los cultivos de fina, desde asegurados de Santa Fe hasta el sur de la Provincia de Buenos Aires. Hubo daños totales en Santa Fe, norte de la Provincia de Buenos aires y sur de Bueno Aires. La mayoría recibieron indemnizaciones por helada -vale destacar que la cobertura maneja una franquicia deducible del 20% y el riesgo en la mayoría de nuestros clientes fue tomado por lote-. Por tratarse de una campaña que combinó seca con heladas, los conocimientos agronómicos fueron muy importantes -tanto de los inspectores como de los productores agropecuarios- para identificar cuáles fueron los daños producidos por la helada y cuáles por la seca, tarea nada sencilla que generó algún que otro reclamo que disparó una segunda inspección.
Cuando hay helada el impacto de los daños en los cultivos de fina -que incluye daños en la parte reproductiva- aparecen unos días después; por eso, ante la existencia de franquicia, por lo general, esperamos que los daños se manifiesten para, luego, denunciar y pedir inspecciones. Como se trató de una campaña con tantos daños, denuncias e inspecciones, se armó un cuello de botella entre las inspecciones de siniestros e inicio de cosecha. Los inspectores no tuvieron respiro, principalmente porque se necesitaban profesionales con experiencia en riesgo de helada.
Si bien en seguros de agro existe la alternativa de dejar muestras y comenzar con la cosecha para que, después, el inspector evalúe los daños, en el caso de la helada no es tan fácil: las muestras deben ser representativas de los daños, por ende, deben ser dejadas por ambiente, dado que la helada no afecta de la misma manera a la loma que al bajo del lote, sobre todo en zonas con lotes heterogéneos. Asimismo, el productor agropecuario no siempre está tan deseoso de dejar muestras. Hoy, con siniestros ya liquidados y pagados, podemos decir que los reclamos terminaron siendo muy pocos.
Como sabemos, la sequía continuó con la Gruesa. Se retrasó la contratación de seguros de la mano de siembras tardías y falta de tormentas. Con respecto a reducción de hectáreas aseguradas, depende de cada compañía, algunas hablan de un 20% otras de un 5%.
Definitivamente, cambiaron los momentos de contratación. Este año la ventana de confirmación de negocios fue más amplia que el promedio de los años anteriores. En esta campaña, con las siembras más tardías también tuvimos más cierres de adicionales de helada para soja y maíz. Es importante asesorarse bien sobre cómo funcionan estos adicionales, ya que por lo general los cultivos tienen que estar sembrados antes de fines de diciembre, estar en V1 para el 5 de enero y, en principio, se cubren heladas hasta el 31 de marzo, por lo que los cultivos sembrados en enero ya quedan afuera de esta alternativa.
Este año en algunas compañías se extendió aproximadamente un mes la posibilidad de contratación de heladas. Nosotros cerramos algunos negocios hasta principios de febrero. Dados los pronósticos de fríos en febrero, tuvimos bastantes consultas de clientes que querían tomar el seguro de helada, pero ya había cerrado la suscripción y no quedaba cupo para excepciones. Tuvimos algunos avisos de heladas caídas en algunos clientes. Estamos en proceso de inspecciones. Y, tal como sucedió con la fina, serán sumamente importante los conocimientos agronómicos para determinar daños de helada o sequía, sumado a extremo calor.
Los últimos calores extremos de marzo, que acortaron las etapas críticas de los cultivos e influyeron directamente en el rendimiento, nos llevaron a evaluar las hectáreas perdidas y los montos asegurados con cada uno de nuestros clientes para determinar si había que bajarlos acorde con la situación.
Es importante tener en cuenta que si un cultivo de maíz rinde históricamente 80 qq/ha, el cliente había asegurado su cultivo según ese parámetro y la realidad es que hoy -debido a las condiciones climáticas- se estima que rendirá unos 50 qq/ha, en caso de un siniestro la compañía indemnizará el porcentaje de daño inspeccionado sobre 50 qq/ha y no sobre 80 qq/ha. Dado que para el productor agropecuario será una campaña complicada económica y financieramente, cualquier disminución en el costo del seguro es bien recibida, por eso es importante disminuir hectáreas o montos asegurados de acuerdo con la realidad.
Entendemos que también va a ser un año más complejo para el cobro de las pólizas, ya que la merma de rendimiento y la baja de ingresos de los productores se trasladará a toda su cadena de pagos. Habrá que evaluar la situación particular de cada cliente.
En conclusión, es un año en el que la posventa de seguros -que siempre es importante- es más valorada que nunca.