Prevención Seguridad Vial

¿Pueden los datos salvar más vidas que los controles?

La seguridad vial está entrando en una nueva era, impulsada por tecnologías como los vehículos inteligentes, los sistemas avanzados de asistencia al conductor (ADAS) y el uso intensivo del big data. Sin embargo, para que estos avances cumplan su promesa de reducir los siniestros viales, es necesario preguntarse si Latinoamérica está realmente preparada para adoptarlos, tanto en infraestructura como en capacitación técnica, y si se está abordando adecuadamente el factor más crítico: el conductor.

 

Autos inteligentes, entre la promesa y realidad

Los vehículos inteligentes, ya presentes en mercados como Europa, Estados Unidos y Asia, están diseñados para prevenir accidentes a través de tecnologías como frenado automático, control de carril, detección de peatones y asistencia en situaciones de emergencia. Según datos del IIHS (Insurance Institute for Highway Safety), los sistemas ADAS pueden reducir hasta un 27% los siniestros con daños materiales y hasta un 50% los relacionados con cambio de carril.

Sin embargo, en América Latina, el panorama es otro. Gran parte de la infraestructura vial no está preparada para estos sistemas: el 45% de las rutas pavimentadas de la región no cuenta con señalización horizontal visible. La ausencia de demarcaciones claras, señales deterioradas y conectividad limitada afecta directamente el rendimiento de estas tecnologías.

“En la región tenemos vehículos inteligentes circulando en entornos analógicos. El riesgo es que la tecnología pierda efectividad sin una base adecuada”, advierte el Lic. Pablo Azorín, especialista en seguridad vial y movilidad sostenible.

A su vez, los talleres y servicios técnicos muchas veces no cuentan con herramientas ni personal capacitado para reparar o calibrar sensores, cámaras o software de vehículos modernos, lo que pone en riesgo su funcionamiento seguro.

 

El aliado silencioso de la prevención

El big data permite analizar grandes volúmenes de información en tiempo real para anticiparse a riesgos. Gracias a él, se pueden identificar zonas de alto siniestralidad, predecir comportamientos peligrosos, optimizar la planificación urbana y tomar decisiones informadas sobre controles y obras viales.

Un estudio del Banco Mundial (2022) demostró que las ciudades que utilizan análisis predictivo en tránsito logran reducir entre un 15 y un 25% los accidentes graves en un período de tres años. En el sector privado, flotas que implementan sistemas de telemetría avanzada han logrado reducir hasta el 40% de sus costos por siniestros y mantenimiento, mejorando tanto la seguridad como la eficiencia operativa.

“La seguridad vial no depende exclusivamente de cuán sofisticado sea un auto o cuántos datos se procesen. Depende de cómo se articulen estos avances con infraestructura real, formación humana y planificación estratégica. Latinoamérica tiene el desafío de equilibrar innovación con contexto, si quiere que la tecnología deje de ser promesa y se convierta en política pública efectiva”, afirma Azorín.

 

El factor humano: el gran pendiente

A pesar de estos avances, el 90% de los siniestros viales siguen teniendo como origen el error humano. Fatiga, distracción, exceso de velocidad y conducción bajo efectos del alcohol o drogas siguen siendo conductas frecuentes. Sin embargo, la región aún destina pocos recursos a la gestión activa del conductor.

Los programas de formación continua, análisis de comportamiento con IA, retroalimentación basada en datos o el uso de simuladores siguen siendo la excepción y no la regla.

“Estamos invirtiendo millones en tecnología vehicular, pero seguimos descuidando al verdadero protagonista del sistema: el conductor. Sin una gestión seria del factor humano, la innovación no alcanza su máximo potencial”, comenta el Lic. Pablo Azorín.