En un mundo globalizado, contamos con múltiples opciones de seguros. Si la decisión se basa en comparar precios únicamente, es muy probable que estemos tomando la decisión equivocada. La oferta es amplia, pero ¿Da lo mismo con quién asegurarse?
La respuesta es un categórico no. Algunos factores importantes a tomar en cuenta son:
– La solidez financiera. A mayor transferencia de riesgo, más importante es conocer la capacidad de pago que tiene una aseguradora tanto en el corto como en el largo plazo.
– La experiencia y flexibilidad para atender las necesidades de cada asegurado. No todas las aseguradoras tienen la capacidad o el conocimiento amplio en materia de coberturas, por lo que estas podrían requerir del apoyo de terceros para confirmar si pueden o no otorgar ciertas coberturas. Es también posible que una aseguradora con poco conocimiento no considere coberturas que, al momento de una pérdida, dejen al asegurado con indemnizaciones deficitarias, impidiéndoles reanudar operaciones en forma adecuada y/o poniendo en peligro su permanencia en el tiempo.
– Control de pérdidas. Si bien el seguro debe otorgar la tranquilidad financiera al momento de una pérdida material, la prevención es un servicio al que se puede acceder a través de algunas aseguradoras, pero dependiendo del tamaño y experiencia de estas, es posible contar con un servicio de mayor o menor calidad que permita minimizar la ocurrencia de pérdidas futuras. Esto posibilita una operación con la menor cantidad de interrupciones, lo que se traduce en un mejor servicio para sus clientes.
– La capacidad para atender reclamos en forma oportuna. Contar con el apoyo de un experto al momento de tomar decisiones, tales como el arriendo o adquisición de equipos críticos, es fundamental para la reanudación de la actividad en el menor tiempo posible. Una aseguradora con alcance global puede ayudar este tipo de tareas ayudando a la reanudación de la operación comercial en el menor tiempo posible.
Nos podemos hacer estas preguntas antes de contratar los seguros o después de la ocurrencia de una pérdida. Sin embargo, cuando actuamos de forma racional y con el objetivo de proteger los activos de la empresa, lo correcto es que sea antes.