Además de las repercusiones de la guerra en Ucrania, el endurecimiento monetario global y las múltiples restricciones al crecimiento chino dibujan un panorama sombrío. A corto plazo, la economía parece entrar en un régimen de “estanflación”, en el que coexisten un crecimiento cercano a cero y un rápido aumento de los precios. La posibilidad de una recesión global es cada vez más más concreta.
En este contexto, Coface ha realizado revisiones generales a la baja de sus previsiones de crecimiento del PIB y de sus evaluaciones de riesgo país y sectorial.
Tras 19 rebajas en el segundo trimestre, ocho países, entre ellos Italia, Dinamarca, Suiza, Egipto y Chile, han visto revisada su calificación a la baja.
Las 49 rebajas de evaluaciones de riesgo sectorial ponen de manifiesto el claro deterioro de las condiciones de los sectores sensibles al ciclo económico como la construcción, la metalurgia y la madera, en diversas geografías.
El invierno y la recesión se ciernen sobre Europa
La mayoría de los riesgos mencionados en nuestros anteriores barómetros se han materializado: crisis energética en Europa, inflación persistente y endurecimiento monetario agresivo.
Estos hechos han obligado a Coface a revisar significativamente sus previsiones de crecimiento mundial para 2023: debería ser inferior al 2% como en 2001, 2008, 2009 y 2020.
Por otra parte, aunque las previsiones de crecimiento se han revisado a la baja en todas las regiones del mundo, Europa es la que presenta unas perspectivas más ensombrecedoras, con una recesión este invierno que parece inevitable en todas las grandes economías. En efecto, la crisis energética se intensifica y el viejo continente se prepara para una austeridad «impuesta».
Ya sea en forma de reducción «voluntaria» (suspensión de actividades que han dejado de ser rentables por el costo de la energía) o de racionamiento decretado por los gobiernos, el descenso del consumo de energía se traducirá necesariamente en una caída de la producción y una disminución del PIB. Su magnitud dependerá en gran medida de la severidad del invierno, y Alemania, la principal potencia industrial del continente, estará en primera línea.
Nuevamente, la mayoría de las revisiones negativas de las evaluaciones de riesgo país realizadas este trimestre afectan a economías europeas. Coface ha realizado seis rebajas adicionales, en particular, para tres países en los que el riesgo aún se consideraba muy bajo: Dinamarca, Suiza y Luxemburgo. Sólo Noruega, país productor de gas, continúa en posición de contar con la evaluación de riesgo más favorable.
Ante la perspectiva de unos precios energéticos sostenidamente muy elevados, casi la mitad de las 49 rebajas de las evaluaciones sectoriales afectan a industrias intensivas en energía, como la química, el papel y los metales. Sin embargo, a diferencia del trimestre anterior, en el que la mayoría de las revisiones se aplicaba en el continente europeo, Coface ha rebajado también la calificación de estos sectores en la mayoría de las economías asiáticas o, por ejemplo, en Sudáfrica.
Los bancos centrales intensifican la lucha contra una tenaz inflación
Los últimos meses han confirmado la materialización de una inflación persistentemente elevada y cada vez más generalizada en las economías avanzadas y emergentes.
En este entorno, los principales bancos centrales siguen siendo decididamente agresivos y la mayoría de ellos han vuelto a niveles de tipos de referencia inéditos en la última década. Por ejemplo, este verano la Fed subió su tipo de interés de referencia tres veces seguidas en 75 puntos básicos. Esta agresividad está provocando una intensificación del endurecimiento monetario en otros países -sobre todo emergentes- para frenar la depreciación de sus monedas respecto al dólar.
Evidentemente, de continuar al ritmo actual, este endurecimiento de las condiciones monetarias y financieras, no estaría exento de riesgos para el crecimiento y la estabilidad financiera a escala global.
Tres bancos centrales emergentes están aplicando políticas monetarias a contracorriente: Rusia, Turquía y China. Las autoridades monetarias chinas han bajado algunos tipos de interés de referencia con el fin de sustentar la actividad ante la confirmación de la desaceleración de la economía, que sigue sufriendo los efectos de la estrategia cero-COVID, la grave sequía de este verano y la crisis del sector inmobiliario. En particular, los problemas de este sector, que según nuestras estimaciones representa el 30% del PIB, harán que en 2022 el crecimiento de China se sitúe muy por debajo de los niveles de las últimas décadas (3,2%) y 2023 (4,0%), contribuyendo a la pronunciada desaceleración global.
Incuestionablemente, el endurecimiento monetario generalizado ensombrece las perspectivas del sector de la construcción a escala mundial. Los precios de los metales industriales y de la madera han bajado de forma constante en los últimos meses, un 20% y un 60% respectivamente desde principios de año, lo que ha llevado a Coface a rebajar la calificación de estos sectores en varias zonas geográficas.
Conflicto de objetivos entre las políticas fiscal y monetaria: ¡Peligro!
Aunque los bancos centrales están decididos a luchar contra la inflación «cueste lo que cueste», muchos de ellos se enfrentan a un conflicto de objetivos con la política fiscal aplicada en su país/región. Los gobiernos nacionales, que luchan contra la contracción de la actividad, han multiplicado las medidas de apoyo al poder adquisitivo de los hogares y a las tesorerías de las empresas. El resultado es un cóctel potencialmente explosivo para las finanzas públicas: un déficit público cada vez mayor y unos costos de financiación que se disparan.