Las mujeres siempre formaron parte de la historia, a través de la participación activa en la vida política e impusieron sus ideas. Desde Juana Azurduy a Eva Duarte, a lo largo de la historia argentina, las mujeres fueron protagonistas.
El camino de lo que hoy son derechos adquiridos formaron parte de una construcción colectiva con grandes mujeres como referentas. Tejer redes y organizarse fue la vía de acción. La jornada laboral de 8 horas, el derecho al voto, la prohibición de despedido por embarazado. Derechos tan básicos que hoy nos parece imposible pensarnos sin ellos.
Conquista de derechos
A fines del Siglo XIX se registró una huelga organizada por las maestras de San Luis. En 1881, ocho docentes organizaron una acción de lucha: paro total en reclamo de ocho meses de salario y condiciones laborales. Doce años después, en 1893, se fundó en Argentina la Unión Gremial Femenina, integrada por Alicia Moreau de Justo, entre otras. Unidas y organizadas empezaban a construir redes.
El amanecer del Siglo XX sembró la primera semilla para el reconocimiento de los derechos cívicos y civiles. Cecilia Grierson, primera médica, junto a otras mujeres crearon el Consejo Nacional de Mujeres. Julieta Lanteri, pudo votar en 1911 como excepción, la municipalidad porteña había convocado a los ciudadanos a actualizar los datos en la confección del padrón y se anotó al ver que los requisitos para hacerlo nada aclaraba sobre el sexo.
En los años 20, las condiciones laborales fueron eje. La ley 11.317 estableció la jornada de ocho horas de trabajo para las mujeres, prohibió el despido por embarazo y agregó 45 días de licencia por embarazo. La ley 11.933 dispuso la percepción de un subsidio por maternidad equivalente a un sueldo íntegro y la obligación de conservarle a la empleada su puesto de trabajo.
La percepción de las mujeres como sujeto político y con conciencia de clase trabajadora se vio materializado de la mano de Eva Duarte donde se conquistó el voto femenino en 1947. En 1949 la reforma constitucional marcó una nueva etapa en el proceso de la emancipación jurídica de la mujer cuando se elevó a la categoría de precepto fundamental garantizar la igualdad jurídica de los cónyuges.
La lucha de las mujeres en la argentina posdictadura se centró en su reconocimiento político. En 1991, se sancionó la ley que determinó un piso mínimo de 30 por ciento para las mujeres en la composición de las listas partidarias. Estuvo vigente hasta 2017, cuando se aprobó la ley 27.412 que amplió la ley de cupo y reglamentó que las nóminas electorales fuesen conformadas de manera intercalada por mujeres y hombres, en partes iguales. Con una representación más amplia se comenzaron a plantear y a debatir más leyes. Con la reforma constitucional del 1994 se reafirmó la Convención contra todas las formas de Discriminación de las Mujeres.
Antes de cerrar el Siglo XX se conquistó la posibilidad de acceder a una jubilación para las amas de casa. La ley 24.828 les dio esta posibilidad, una acción que reconoció su trabajo y aporte económico al incluirlas en el sistema previsional.
El Siglo XXI gritó contra todas las formas de abuso por situación de género. En 2016 miles de mujeres salieron a las calles para pedir el fin de la violencia de género bajo la consigna de “Ni Una Menos”. Tres años después, Ley Micaela 27.499 estableció la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública, en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación. En el 2020 se ratificó en Argentina el Convenio OIT 190, la ley 27.580 brinda herramientas para la prevención y abordaje de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. También se reconoció el derecho a la interrupción voluntaria y legal del embarazo y a la atención postaborto de todas las personas con capacidad de gestar mediante la ley 27.610.
Eso que llaman amor, es trabajo no pago
Las mujeres trabajan menos en empleos registrados, mientras que asumen la gran mayoría de las tareas de cuidado y las tareas domésticas no remuneradas, que suelen ser invisibilizadas como trabajo. Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT 2021) publicada por el Indec las mujeres duplican a los varones en las horas diarias dedicadas al cuidado de miembros del hogar. Y de acuerdo al informe de la SRT sobre la situación de género en el sistema de riesgos del trabajo de 2021, las mujeres con cobertura alcanzan el 42% del total de las y los trabajadores registrados.
Las tareas de cuidado sostienen la economía, la tarea del Estado es fundamental para reconocer esta desigualdad. A fines de 2021, el gobierno lanzó el programa Registradas y el año pasado se presentó el proyecto “Cuidar igualdad” para el reconocimiento de los cuidados como una necesidad, un trabajo y un derecho para lograr un desarrollo con igualdad.
El recorrido es arduo y mientras esta desigualdad se perpetúe habrá diferencias en la participación de las mujeres en el mercado laboral y en las posibilidades sociales y culturales.
La división sexual del trabajo
Hablar de la economía de los cuidados hecha luz sobre la precarización y la informalización del mercado laboral. Pero si focalizamos en las trabajadoras registradas, los datos demuestran que siguen aglutinadas en las tareas de servicio y cuidado.
Según el informe de género de la SRT el sexo continuó siendo el estructurante del mercado laboral en 2021, las mujeres se concentraron en el sector de salud, educación o el cuidado de personas – donde el trabajo, en muchos casos, representa una prolongación de las tareas asignadas tradicionalmente a éstas.
La división sexual del trabajo se encuentra en la base de múltiples desigualdades sociales. Si pensamos en la desigualdad de ingresos, en la feminización de la pobreza, en los techos de cristal, en la desigualdad de acceso a puestos de representación y poder.
Continuaremos tejiendo redes hasta lograr condiciones de igualdad en la vida política, civil, social, económica y cultural. Hoy se revindica lo conseguido y se reafirma la lucha por construir un mundo mejor para las generaciones que vienen.