Con foco en promover una cultura vial más segura, La Caja junto a Culturalia llevaron adelante un estudio cuantitativo con un enfoque antropológico para comprender cómo reacciona la población frente a distintas situaciones típicas de las calles de la ciudad y por qué. La investigación consistió en una encuesta de opinión sobre más de 500 casos totales divididos en 4 segmentos: conductores de autos, motos, ciclistas y peatones, sobre un rango etario de 18-50 años en hombres y mujeres.
La conducta vial no es caprichosa, es aprendida, y es aprendida con valores que tienen que ver con la historia del país o de la región y la historia de la ciudadanía. Podemos afirmar que la forma en que nos conducimos como usuarios de la vía pública, tanto en calidad de peatones como de conductores de cualquier vehículo es algo aprendido en un marco socio-histórico y estatal dado, en nuestro caso, el argentino”, explica Pablo Wright, antropólogo vial y miembro de Culturalia e investigador del CONICET.
A continuación, se presentan los resultados más representativos del estudio:
La culpa es del otro: “Yo en la calle me manejo bien, el problema son los demás”
El 90% de los encuestados considera que los argentinos conducimos mal, sin embargo, para la mitad de ellos este es un problema ajeno. La vara con la que se juzga el propio accionar no es igual a la que se aplica con otros, a quienes se les exige total cumplimiento de las normas.
Observamos que aparecen espacios viales donde los actores seleccionados parecían no sentirse parte de un sistema de interacciones viales pautadas por las normas, o sea, parte de un juego colectivo, sino, por el contrario, como hechos individuales desgajados de todo contexto mayor. Y en este contexto, la culpa la tienen siempre los “otros”, como una entidad a-social y anónima que amenaza nuestros desplazamientos viales”, explican los antropólogos.
Anomía, la ley del más fuerte en las calles: “No pasa nada si…”
Según datos de la investigación, un 15% de los entrevistados considera que no es necesario usar el cinturón de seguridad vehicular todo el tiempo, dependiendo de la clase de espacio vial a recorrer (calle, avenida o ruta), o de la distancia del trayecto; o bien que la velocidad cuando hay poco tránsito puede incrementarse (esto lo aseguraron 3 de cada 10 interlocutores). En autopistas y rutas el uso del cinturón aumenta al 90%, mientras que en el asiento trasero solo un 50% exige usarlo.
En este sentido, los antropólogos destacan que la idea de que los trayectos “cortos” parecerían tener otras leyes físicas aparece cuando se afirma que “en trayectos cortos los niños pueden ir adelante”, un 30% de los encuestados opinó esto.
Algo similar, ocurre con el uso del casco, que no tiene la misma aceptación dentro de ciclistas o motociclistas condicionando su utilidad a la velocidad del vehículo. En el caso de los motociclistas un 96% asegura que éste salva vidas, mientras que, en el caso de los ciclistas, se constata que al 37% no le parece imprescindible su uso, “porque van despacio”. El uso del casco al conducir motocicletas parece estar internalizado como norma de seguridad por todos los participantes de la encuesta a pesar de que en la práctica se registren en la calle un número concreto de que el uso efectivo del mismo es sensiblemente menor.
El uso del celular: “Puedo usar el «manos libres» y manejar al mismo tiempo”
Los resultados de la investigación arrojaron que es altísima la distracción con el uso de celulares mientras se transita por la vía pública por parte de todos los actores. Los conductores de vehículos y los peatones son quienes más lo utilizan para mantener comunicaciones con otros.