Con el fin de acelerar la diversificación de su economía, tras las sanciones impuestas por Occidente ligadas a la anexión de Crimea, Rusia ha implementado una serie de medidas destinadas a reducir su dependencia de las importaciones y de los hidrocarburos. La sustitución de las importaciones por la producción local depende de numerosos factores, muchos de los cuales aún no se han logrado.
Una estrategia dirigida a los sectores clave de la economía
Contratos de inversión especiales para fomentar la inversión extranjera, reducciones de impuestos selectivas para la producción local, acceso privilegiado a las licitaciones públicas – son algunas de las iniciativas destinadas a alentar a las empresas a cambiar su escala.
Para promover la modernización, el desarrollo tecnológico y la innovación, los mecanismos incentivadores (zonas económicas especiales, financiación pública, conectando la investigación con la industria, apoyo a las exportaciones, etc.) se han visto materializadas mediante la creación del Centro Ruso de Exportaciones.
Los principales interesados en este intento de promover la producción local, las industrias agroalimentaria, farmacéutica y automotriz y las tecnologías de la información, ya están disfrutando de sus propias regulaciones y mecanismos de promoción.
Los resultados más significativos se han conseguido en el sector agroalimentario, con el embargo impuesto sobre las importaciones de productos agroalimentarios provenientes de los países que habían sancionado a Rusia. La escasez de productos supuso un aumento de los precios, que impulsó a los consumidores rusos a elegir los productos locales frente a los importados, lo que a su vez ha aumentado la producción local significativamente. De este modo, Rusia ha conseguido la autosuficiencia en su producción de carne. No obstante, la calidad inferior de algunos productos locales, en algunos casos, sostiene las importaciones, a pesar de la diferencia de precio.
En el sector de las tecnologías de la información, se ha prohibido al sector público la importación de equipos informáticos, de telecomunicaciones y electrodomésticos, si hay productores locales que ofrezcan los mismos artículos. Las autoridades aspiran a expandir la producción de componentes electrónicos para hacer frente al embargo occidental sobre las ventas de tecnología para los sectores de la energía, inteligencia y defensa, si bien es cierto que el rendimiento sigue siendo modesto.
El mismo deseo de reducir su dependencia de las importaciones se manifiesta en el sector farmacéutico, con incentivos fiscales para la producción local y ventajas para los productos locales en los mercados públicos. Asimismo, los industriales extranjeros que firmen un contrato de inversión con las autoridades podrán beneficiarse de contratos exclusivos con el estado. Pero también en este caso, los objetivos establecidos están lejos de ser alcanzados.
Finalmente, en el sector automotriz, los contratos especiales de inversión con fabricantes extranjeros ofrecen incentivos fiscales, un acceso privilegiado a la contratación pública y protección frente a futuras evoluciones fiscales a cambio de compromisos para producir localmente y promover la innovación. Pero si Opel anuncia su regreso al mercado ruso, Ford cerrará sus fábricas allí. El mercado de vehículos comerciales y camiones es más dinámico y atractivo.
Una estrategia local que se enfrenta a obstáculos estructurales
Condicionada por la disponibilidad de las materias primas, la modernización de las líneas de producción y la mejora del entorno empresarial, la estrategia “Made in Russia” presenta complicaciones y representa un compromiso a largo plazo. Las sanciones y contra-sanciones (tanto actuales como potenciales), el entorno empresarial, el aumento del riesgo político y la falta de mano de obra disponible también pesan sobre la inversión nacional y extranjera.
El país tiene un déficit en algunos productos petroquímicos de alto valor agregado, como compuestos o aditivos, pero también en productos metalúrgicos laminados y tubos. Esto ilustra la insuficiencia de la transformación local de las materias primas, que las autoridades también pretenden remediar.
Si bien la política del «Made in Russia» es necesaria para hacer frente a las realidades económicas del mañana, aún está lejos de dar todos sus frutos, y requerirá una transformación profunda y a largo plazo de las cadenas de producción de Rusia.