Después de las primarias obligatorias (PASO), que se realizan en dos semanas, hay que esperar derivaciones sobre la economía en las 11 semanas que las separan de los comicios de octubre. Si las urnas anticiparan un posible triunfo de la principal fórmula opositora, sus candidatos se verían obligados a explicitar su programa económico, y
pasará a analizarse su credibilidad. Por lo visto hasta aquí, inicialmente será difícil frenar una mayor dolarización, suba del riesgo país y un “esperar y ver” en la toma de decisiones, con tasas de interés que podrían subir aún más.
Ese eventual deterioro de la macro, aunque atribuible al “riesgo- oposición”, también afectaría al gobierno. En
cambio, en el escenario opuesto, con superioridad oficialista, podrían recortarse en el margen las tasas de interés, sin impacto en el dólar, y lograrse continuidad en la modesta tendencia de recuperación del nivel de actividad. Lo más probable, sin embargo, es que las PASO muestren a un oficialismo en desventaja pero con chances de revertir en Octubre o Noviembre. Se trata de un escenario con mercados inestables, ya que bancos de inversión influyentes prevén un riesgo país por debajo de 500 puntos o por encima de 1000, según los resultados.
El Índice de Confianza en el Gobierno, elaborado por la Universidad Di Tella, es un buen predictor de la suerte de los oficialismos en cada elección. En octubre de 2017, en los comicios de medio término que favorecieron a Cambiemos, la calificación de la gestión era de 2,86 sobre un máximo de 5,0. Este año, la nota de julio fue de 1,97,
bastante más baja. ¿Anticipa este Índice una derrota del oficialismo? No necesariamente. Primero, porque la nota viene mejorando en forma significativa y puede escalar más antes de octubre. Segundo, porque hay antecedentes de
oficialismos triunfantes con puntuaciones similares: en 2007 la ex presidenta logró un 45 % de los votos, cuando el Índice se situaba en 1,89.
Este tipo de indicadores y las encuestas más consistentes nos hablan de un resultado apretado. Y las complicaciones del oficialismo tienen que ver con una población preocupada por el empleo y la inflación, con precios que podrían provocar un alivio sólo en el margen, si se confirma que la variación del IPC está acotándose a un andarivel inferior al 2,5 % mensual a partir de julio.
La crisis de 2018 y sus secuelas está detrás de las tribulaciones del oficialismo. Sin embargo, si se pone a la coyuntura en perspectiva, se tiene a una economía atrapada en el patrón inaugurado en 2011, de estancamiento del PIB y de alta y recurrente inflación. No por casualidad, ese momento inicial coincide con la entrada en vigencia de los cepos al cambio y al comercio exterior, responsabilidad de la entonces presidenta, que ahora integra la principal fórmula de oposición.
Se pierde toda objetividad si los problemas sociales del presente se analizan ignorando que el Ingreso por habitante de la Argentina hoy es 9 % inferior al de 2010. Las promesas que los candidatos puedan hacer, ¿de qué valen?. Lo relevante es su grado de autocrítica frente a aquellos resultados y su capacidad para encarar caminos
diferentes a los que nos llevaron a esta encerrona.Ocurre que se ha agotado el modelo de crecimiento que la Argentina ensayó en el pasado, y uno de los síntomas más nítidos es la incapacidad de la economía de generar
dólares genuinos de exportación. De la estanflación se sale con reglas de juego que incentiven la inversión, que sólo será masiva si apunta simultáneamente al mercado local y al externo. Un salto en las exportaciones será causa y consecuencia de ese nuevo ciclo.
Pues bien, de 2015 en adelante se han acumulado datos que muestran que es posible salir del círculo vicioso:
‐ El volumen de la cosecha agrícola de la campaña 2018/19 alcanzó los 147 millones de toneladas, que comparan con 123 millones de 2014/2015
‐ Las exportaciones de gas y petróleo pasaron de 2,1 mil millones de dólares en 2015 a un estimado de 4,7 mil millones en 2019, como expresión de los avances de Vaca Muerta
‐ El ingreso de turistas del exterior al país (aeropuertos) se incrementó de 1,0 millón en los cinco primeros meses de 2015 a 1,3 millones en igual período de 2019
‐ Las ventas al exterior de camionetas y partes han llevado a Toyota y Volkswagen a escalar al top ten de las firmas exportadoras del país.
Por supuesto que estos guarismos significan sólo un comienzo. Para que esta tendencia se consolide y amplíe a otros sectores, ha sido muy oportuno el pacto Mercosur- Unión Europea, al cual ya se ha hecho referencia. Pese a que fue
calificado de “tragedia”, recientemente el titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, se encargó de subrayar los aspectos positivos del acuerdo.
Se presume que, cuando se completen los pasos formales, los parlamentos de Uruguay, Paraguay y Brasil habrán de aprobar el acuerdo en forma expeditiva. ¿Qué ocurrirá en la Argentina? Sin conocer el resultado de los comicios, hay tres escenarios: a) adhesión del Congreso y un Ejecutivo con convicción para encarar reformas pro- competitividad; b) aprobación legislativa, pero una Administración sin empuje para los cambios; c) rechazo del Parlamento.
No hace falta demostrar que una Argentina aislada del resto de la región entraría en un peligroso cono de sombra, mientras que un acuerdo sin reformas sería la receta ideal para que la oportunidad sea aprovechada sólo por los países vecinos. Esto también se define en las semanas por venir.