Un caso insólito por donde se lo mire. Todos creyeron que se había ahogado en el río Uruguay y 4 años después fue descubierto gracias a Facebook teniendo una nueva vida en Brasil. Además, se lo imputa junto a su ex de planificar su “muerte” para cobrar un seguro.
Según publica Clarín, Ariel Darío Leites Do Santos (44) buscó cambiar su fisonomía con una tupida barba y dejó crecer su cabello, pero nada de eso alcanzó y finalmente las redes sociales lo dejaron al descubierto. Leites vivía en Oberá, donde tenía una empresa dedicada a la informática y algunos emprendimientos turísticos. A fines de 2010, según contaron en esa ciudad, el hombre estaba tapado de deudas y ya no podía mantenerse a flote. El 2 de enero había ido a pasar el día a la costa del río Uruguay, cerca de Panambí. Entró al agua varias veces para refrescarse, nadó e hizo bromas con todos. Pero en un momento, sus acompañantes dejaron de verlo e iniciaron la búsqueda. El hombre había desaparecido y todos sospecharon lo peor: que se había convertido en una víctima más del torrentoso río.
En pocas horas intervino la Policía, y al día siguiente se sumaron fuerzas federales de Brasil y un helicóptero. La búsqueda se extendió a lo largo de casi cien kilómetros, pero Leites Dos Santos nunca fue hallado, salvo un short que fue reconocido por sus familiares. El hecho derivó en un expediente judicial caratulado como “desaparición de persona”, sin novedades en los últimos 4 años.
“Me fui porque no tenía otra opción; fue por motivos de seguridad mía y de mis familiares”, le dijo a un medio local, y aseguró que no tiene deudas en el país y que en Brasil obtuvo una cédula de identidad para extranjeros con su nombre real”. Luego de desaparecer en Misiones, partió hacia Brasil una joven con la que mantenía una relación amorosa clandestina. Con esa mujer formó pareja en Curitiba y tendrían un hijo pequeño. Cuando todos ya se habían olvidado de él, reapareció. Primero se contactó con una vieja amiga, y de a poco fue contactándose con los otros viejos amigos que habían quedado en la Tierra Colorada, muchos de los cuales participaron del operativo de búsqueda en el río. Su padre, Bernabé, admitió ayer que hace más de un año su hijo lo llamó para decirle que estaba en Brasil y que oportunamente iba a contarle lo que sucedió, pero nunca volvió a contactarse.
Póliza de seguros. La historia no termina allí. Luego de ello se conoció que su ex esposa, junto al otrora socio del “desaparecido” intentaron cobrar un seguro de vida que Leites Do Santos había contratado antes de su desaparición. La maniobra no se concretó porque la compañía aseguradora se excusó de hacer el pago por no existir certificado de defunción y luego radicó una denuncia penal tras constatar con documentos oficiales que el hombre estaba radicado en Brasil.
Según revela Clarín, el fiscal de Instrucción 1 de Oberá, Estanislao Bys, recibió la denuncia en 2014, y la aseguradora había logrado establecer a través de informes bancarios y del fisco brasileño que Leites Do Santos era dueño de la empresa de informática «Viginter», en Curitiba.
Lo cierto es que luego de que el ex socio y la esposa intentaron cobrar el seguro, fueron imputados del delito de tentativa de estafa. Tras ello, fue imputado el propio Leites Do Santos por considerarse pieza clave de la maniobra. Tras la finalización de la feria judicial, la jueza de Instrucción Alba Kunzmann de Gauchat podría ordenar su detención para que comparezca en la causa abierta por la tentativa de estafa.
Así, se estima que la desaparición fue planificada hasta el último detalle y no de forma unilateral. El empresario admitió que apenas seis días después de su desaparición comenzó a tramitar la cédula de identidad para extranjeros en el vecino país y el 20 de febrero de 2013 obtuvo la residencia permanente. Para ello debió presentar un certificado de antecedentes legalizado del Registro Nacional de Reincidencias, documento que habría tramitado antes de esfumarse en aguas del río Uruguay, el 2 de enero de 2011.
En esa ocasión fueron sus familiares quienes realizaron la denuncia por su desaparición en el río, luego que ingresara a nadar. El cuerpo nunca fue hallado y por ende la Justicia se negó a extender un certificado de defunción.
Fuentes judiciales de Oberá admitieron que «desde un primer momento circuló el rumor que todo era una puesta en escena para zafar de los acreedores, pero recién se pudo avanzar cuando la compañía de seguros realizó la denuncia».