Por el Ing. Gabriel Mysler, Gerente General de Ituran.-
Ante un hecho de piratería, la pregunta que subyace siempre es: ¿Cuál es la solución? Y una vez que comprendemos las opciones, la pregunta que surge es: ¿Por qué no se aplican?
Muchas veces los problemas simples intentan resolverse de modo complejo, y creemos que con el robo de mercadería debería suceder lo mismo.
PROCEDIMIENTOS DE LA PIRATERÍA DEL ASFALTO
La logística necesaria para ejecutar el robo de un camión o una camioneta cargada de mercadería, por lo general, implica vehículos de apoyo, tecnología de inhibición de las comunicaciones, logística, inteligencia previa y personas.
Es una tarea no menor, dado que hace falta identificar el móvil, conocer su trayectoria y contenido. Además, se debe estudiar el mapa para determinar donde conviene abordarlo, saber cuánto personal lo vigila, qué armas serán necesarias para detener y reducir al chofer y a sus acompañantes.
Asimismo, hay que contar con tecnología para inhibir el localizador satelital GPS que normalmente tiene un camión de transporte, armas para amedrentar o disparar, la logística para trasladar la mercadería, un lugar seguro para “enfriarla” o un modelo de reducción inmediata, y una red para venderla y repartir las ganancias.
CADENA DE RESPONSABILIDADES
En muchas empresas hay una preocupación creciente para proteger a los camiones, cuidar las rutas y actuar inmediatamente ante la sospecha o alerta de un ilícito.
Sin embargo, algunas tecnologías y soluciones para realizar estos robos son muy fáciles de encontrar para los delincuentes. Por ejemplo, los inhibidores de GPS y celular se compran fácilmente por Internet.
Muchas veces, no se actúa rápidamente sobre las denuncias de los depósitos fijos o transitorios de mercadería robada entonces, la mercadería se reduce en la vía pública.
Hay casos en los que, incluso señalando donde está escondida la mercadería robada que contiene señuelos ocultos, o indicando donde está el vehículo robado, no se logra la celeridad necesaria por parte de la justicia, para lograr un allanamiento.
En este contexto, hay una pregunta que resuena cada vez con más fuerza: ¿por qué no cortar la comercialización? Hay una máxima que saben todos en la calle y es que nadie roba lo que no se puede convertir en efectivo. Muchas veces ni siquiera se roba en la calle. Se roba en los depósitos y la mercadería robada sale en los transportes aparentemente legales. Por eso surge otra cuestión: ¿dónde venden estos productos de procedencia ilegal?
Quien comercializa mercadería robada debería ser solidariamente responsable con el proceso de robo y la violencia que genera, ya sean daños materiales, personas heridas o incluso muertos.
La tecnología permite hoy proteger los transportes y la mercadería, pero si no se persigue la comercialización desde el Estado, si los consumidores continúan comprando productos de procedencia sospechosa, y si no utilizamos más herramientas de cyber-investigación para identificar y eliminar la cadena de comercialización virtual por Internet, los esfuerzos podrán ser muchos, pero sus resultados seguirán siendo pobres.