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El regreso de Oasis: cómo lidiar con los egos para que un proyecto se mantenga a flote

Los hermanos Liam y Noel Gallagher, líderes de la banda inglesa Oasis.
30 años después de su primer disco y luego de 15 años peleados, los hermanos Gallagher están listos para regresar a los escenarios.

El 26 de agosto fue un día extenuante para los seguidores del britpop. Se rumoreaba que Oasis regresaría a los escenarios. El 27 de agosto los rumores se dispersaron y se hacía oficial el reencuentro de los hermanos Noel (guitarrista y compositor) y Liam Gallagher (vocalista), peleados desde hace 15 años.

 

La pelea definitiva

La banda surgió en 1991 en Manchester y tres años después lanzaron su álbum debut “Definitely Maybe”. Ese mismo año, 1994, las peleas entre los hermanos eran constantes e incluso arruinaban sesiones de grabación.

Sin embargo, fue el 28 de agosto de 2009 cuando Noel dejó definitivamente la banda, justo unos minutos antes de salir al escenario del festival Rock En Seine, en París. La razón: una pelea más donde Liam rompió una guitarra de Noel. No sólo se canceló esa presentación, sino que todo el resto del tour que la banda tenía preparado.

“Liam y Noel se pegaron, el grupo ya no existe más”, anunciaba uno de los responsables del festival ante el público. Ese fue el fin de una de las bandas más icónicas de la década de los 90.

 

¿Juego de roles?

Una banda de música es prácticamente la constitución de una empresa. Existe una marca, hay gente jugando diferentes roles, pero en Oasis los roles de los hermanos eran todo un caos.

Catalina Payá, profesora de EAE Business School, perteneciente a Planeta Formación y Universidades, nos explica que el rol que desempeña una persona dentro de una empresa determinará su forma de comportarse. Algo que los hermanos Gallagher no tenían claro justamente era su rol: quiénes eran, en quiénes se convirtieron y quiénes querían llegar a ser.

“En la medida en que las expectativas del rol están alineadas, habrá entendimiento entre las personas que interactúan para dar cumplimiento a las funciones”, recalca Payá, aunque sugiere diferenciar las expectativas del comportamiento real, “pues uno puede pensar que está desempeñándose según lo esperado y no ser así. Aquí surgirá la pregunta ¿esperado por quién? Porque a veces creemos que nos comportamos según lo esperado por nosotros mismos y cuando alguien nos hace ver que no es así, tomamos conciencia de que hay algo que se nos escapa”. En este punto interviene el tipo de personalidad y el grado de madurez del sujeto.

 

¿Lucha de egos?

Algo que caracteriza a Liam y Noel son sus altos egos, pero primero debemos saber qué significa eso. “Un alto ego se observa cuando la percepción que tiene la persona de sí mismo es engañosa, es decir, se ve a sí misma desde una perspectiva poco ajustada de la realidad. Un alto ego puede llegar a afectar un proyecto empresarial de múltiples maneras”, detalla Payá.

Por ejemplo, nos relata la docente, la necesidad que tiene la persona de recibir atención y reconocimiento puede hacer que quiera dar predominancia a sus ideas sobre las de los demás por considerar que son mejores, dejando de lado el trabajo en equipo.

Otro punto es que, en sus relaciones con los demás y su estilo comunicativo, insistirá en lo importante que es lo que dice y pondrá poca atención a las ideas de los demás: “Además, demostrará poca capacidad de escuchar y si los demás no le refuerzan su ego y ensalzan su sentido de importancia, mostrará oposición a cualquier planteamiento que hagan”.

Por último, una persona con alto ego puede frenar la fluidez y el avance adecuado del proyecto “pues, además de buscar permanentemente la atención de los demás, ya sea por sus ideas o su forma de comportarse (o ambas), requerirá que los demás le hagan ver con la máxima delicadeza posible que cualquier giro o rechazo a sus ideas no implican un rechazo a su persona”.

Ante este panorama, recalca Payá, el impacto que produce una persona con alto ego en un proyecto empresarial puede afectar la obtención de resultados satisfactorios, dejando un desgaste emocional en el equipo, como ocurrió con los demás integrantes de Oasis.

 

¿Cómo mantener un proyecto a flote?

Payá insiste en que, además de dejar claras las expectativas del rol, si una persona con un ego muy alto hace un aporte de gran valor al equipo, debido a su personalidad, se le debe poner límites y dejarle en claro qué parte de su perfil aporta, así como cuáles son los aspectos negativos de su perfil que debe vigilar: “De esta manera, al recibir feedback, su actitud defensiva no será un obstáculo”.

También se debe considerar cuándo una persona con un alto ego será beneficioso para una empresa. Para ello, nos cuenta la experta, se debe considerar si el desgaste que genere dicha persona y su personalidad se verá bien compensando con los resultados que aporte, tanto a los demás (como aprendizaje) o a la organización.

 

Características de los empleados

Para Catalina Payá, las características mínimas necesarias para asegurar que un proyecto salga a flote deben ser:

  • Capacidad de trabajar en equipo y entender que los resultados son obra de todos los que participan en él.
  • Disponer de una buena combinación entre iniciativa y capacidad de escucha. “Utilizar la inteligencia colectiva para co-crear y así sacar un resultado poderoso enriquecido y robustecido entre todos”.
  • Que las características del líder apoyen lo anterior. Para ello, deberá ser una persona humilde que sepa valorar y aprovechar las diferencias individuales de los miembros del equipo, además de mantener una comunicación abierta con su equipo y gestionar diferencias y conflictos constructivamente.

Finalmente, Payá considera que el regreso de Oasis se da principalmente por una cuestión económica: “Esto nos demuestra que, si todos tienen claro el objetivo a alcanzar, es más fácil limar asperezas y gestionar las discrepancias. Todo esto se tiene que exponer y explicitar, no se puede dar nada por hecho, porque justamente aquello que no se haya abordado previamente o no se haya previsto puede ser el disparador del conflicto”.