Columnistas

El efecto Pigmalión

Por Ing. Gabriel Mysler, Consultor especializado en Innovación para la industria de Seguros.-

Seguramente recordemos la historia de Pigmalión. El poeta romano Ovidio nos cuenta de él en el libro X de “Metamorfosis”. Pigmalión era el rey de Chipre y soñaba con casarse con una mujer perfecta.

Pigmalión esculpe con esmero en marfil a esta mujer que él concebía  como ideal y tan perfecta la crea que se enamora perdidamente de su escultura. Tal era el enamoramiento de su obra, que a diosa Afrodita se apiada de él y le concede la vida a Galatea, con quien Pigmalión se casa.

La psicología y la pedagogía han dedicado gruesos volúmenes al efecto Pigmalión. El efecto Pigmalión se refiere a la influencia que ejercen nuestros supuestos sobre otra persona en los resultados y rendimiento de ésta. En otras palabras, como nuestra subjetividad y mirada sobre el otro influyen fuertemente sobre él.

Numerosos experimentos muestran como si a un docente le informan previamente que ciertos alumnos son más capaces e inteligentes que otros, los primeros tendrán mejores resultados que los segundos, aunque tal diferencia real no exista.

El efecto Pigmalión consiste en volver real lo que es falso: así como la estatua de Galatea se vuelve humana.  Nuestra mirada sobre las personas y sobre las cosas tiene una influencia mucho mayor de lo que creemos.  Las personas reaccionamos en función de cómo percibimos las situaciones y no en función de la situación misma. Cuando creemos en algo, o creemos que algo es de cierta manera, nos conducimos en función a nuestra percepción de la realidad y no en función de la realidad misma.

Cuando lo “imposible” puede volverse real

Cuando una Start-Up cree que podrá revolucionar el mundo, que podrá impactar en la gente y alterar el mercado, puede estar gestándose un efecto Pigmalión, y así lo casi imposible puede volverse real. Eso no quiere decir que podrá convertir lo falso en real, pero si implica que su íntima convicción lo guiará a intentar lo imposible, a besar a la estatua de Galatea, tal como lo hizo Pigmalión, y tal vez Afrodita le conceda el deseo…

Por otro lado si creemos que nuestro objetivo es demasiado ambicioso y que no lo alcanzaremos, si como organización estamos convencidos que somos demasiado burocráticos, perezosos y lentos, lo falso también se volverá real y efectivamente no podremos evolucionar porque actuaremos como  burocráticos, perezosos y lentos!

En los experimentos de los docentes y los alumnos, la creencia de que un alumno era mejor que otro, condicionaba al docente a tratar de manera diferente al alumno señalado como mejor. La mejor motivación, apoyo e incentivo que el docente daba a este alumno y su confianza en él era lo que efectivamente modificaba los resultados de alumno.

Nuestra visión y percepción sobre las cosas, las situaciones y las personas influye drásticamente en nuestra actitud hacia ellas y en los resultados que obtendremos. Si creemos en nuestros proyectos, en nuestras chances de innovar, en nuestra gente, en nuestra voluntad de cambio, en nuestra visión y en nuestros valores tendremos muchas más posibilidades de convertir en realidad nuestros proyectos.

No alcanza con creer, con trabajar duro y con contar con el equipo correcto. A todos nos hace falta un poco de suerte, el “timing” correcto o el toque mágico de Afrodita.  Este golpe de suerte puede llegar sin aviso en cualquier momento, pero como bien nos recordaba Pablo Picasso: “Cuando la inspiración me llegue, que me encuentre trabajando”.

Visión, pasión, paciencia, trabajo, tiempo, esfuerzo, equipo, conocimiento, fe y un poco de suerte, ingredientes necesarios para innovar.