Las preocupaciones acerca del rendimiento económico del país han ido en aumento debido al prolongado declive económico sufrido desde 2011. A pesar de la ligera recuperación de 2016, la tasa de crecimiento permanece baja. Coface prevé un crecimiento del PIB sudafricano de solo un 0,8% para el próximo año, tras el estancamiento de 2016 producido por los efectos de las severas sequías sobre la agricultura. Es probable que la desaceleración del consumo privado, que representa casi el 60% del PIB nacional, continúe en 2017 debido, sobre todo, a la contracción global del poder adquisitivo, que probablemente persistirá, tal como señala el último informe de Coface.
Al mismo tiempo, mientras el Gobierno sudafricano aspira a reducir el gasto, se espera que éste aumente en términos del PIB. Las empresas estatales son la espina en los planes de reducción del gasto, sobre todo en el entorno actual de bajo crecimiento. Otro gran inconveniente para la economía sudafricana es la caída del nivel de inversiones de capital, que, seguramente, se mantendrá en los próximos años. Este hecho dificultará aún más la mejora de la tasa de crecimiento de la inversión y del comportamiento económico.
Los inversores continúan preocupados por las crecientes tensiones políticas del país, especialmente con la cuestionada legitimidad del presidente Zuma. Este entorno contribuye al probable riesgo de una degradación del perfil de riesgo soberano y al deterioro del entusiasmo de los inversores.
No obstante, debe reconocerse que Sudáfrica sigue siendo uno de los principales países industriales de la región. A pesar de la frágil situación del mercado nacional y mundial (combinada con los impactos negativos de los tipos de cambio volátiles), la industria manufacturera sigue siendo un sector clave, junto con el automotriz, los productos químicos, las TIC, la electrónica y el sector textil y de confección.
Perspectivas de mayor riesgo para los sectores agroalimentario y automotriz
Como ya se anticipó, los sectores agroalimentario y automotriz representan las dos mayores preocupaciones.
El sector agroalimentario es uno de los más sofisticados de la región subsahariana y el Gobierno lo ha convertido en una prioridad dentro de su “Nuevo Camino de Crecimiento”. Este sector es uno de los más relevantes de Sudáfrica, proporcionando empleo a un 30% de la población activa aproximadamente. El bien establecido mercado alimentario del país garantiza cierta estabilidad en términos de demanda. Sin embargo, el sector agroalimentario sudafricano presenta varios desafíos que han llevado a Coface a clasificar al sector como de muy alto riesgo. Los principales problemas son el deterioro de las perspectivas macroeconómicas y la incertidumbre con respecto a las políticas económicas, que están perjudicando cada vez más la confianza de los consumidores y las empresas. Además, existen otras preocupaciones como la probabilidad de la reducción de las inversiones, el estado insatisfactorio de las infraestructuras rurales y el debilitamiento de la moneda local frente al dólar estadounidense.
El riesgo del sector automotriz también podría verse aumentado en el horizonte. Si bien se beneficia de una serie de ventajas, como exportaciones sólidas, una buena posición geográfica y la fuerte presencia de productores multinacionales en el mercado nacional, se enfrenta, por otro lado, a un deterioro de las perspectivas económicas, a una inflación alta y a un aumento de los tipos de interés. Estos factores están afectando negativamente al poder adquisitivo y hundiendo las ventas nacionales. Las ventas de vehículos nuevos también podrían sufrir las preocupaciones sobre la estabilidad del mercado de trabajo y la constante amenaza de las huelgas. Asimismo, el debilitamiento del rand también podría ejercer presión sobre los costos de producción, que los fabricantes de automóviles pueden transferir progresivamente a sus precios finales.