Tanto empresas como organismos públicos, universidades e instituciones de todo tipo están hoy expuestas a la necesidad y obligación moral de “invertir” en diversidad.
Diversidad implica entender a cada ser humano como único. No implica – como muchos creen – ser tolerante con la diferencia sino por lo contrario buscar y festejar la creativa y desafiante diversidad que hay en cada individuo.
Diversidad es más que género u orientación sexual,
Es incluir en nuestras organizaciones individuos de diferentes capacidades físicas, cultura, edad, origen, raza, educación, clase social, religión, profesión, estilos de vida, aspecto físico, estado civil y experiencia laboral
Cuando nos proponemos ser inclusivos aparece el sesgo cultural, es decir la característica humana de medir al otro con nuestra propia vara. Ver al otro a través de nuestra propia lente. Esto lo repetimos en cada curso de ventas cuando recordamos que no debemos ver el problema del cliente a través de la lente de la solución que ofrecemos. Para poder vencer el sesgo cultural es necesario salir de la estrechez de nuestro propio conocimiento y ver al otro no como una dicotomía igual / diferente a mí sino como un ser único. Lo normal se relaciona con la media estadística y desde el valor social como objetivo.
Mucho más que curiosidades
Hace muchos años se hablaba de la multiculturalidad, de la necesidad de entender las diferencias entre culturas para poder comunicarnos e interactuar de modo eficiente y efectivo.
- Mirar a los ojos puede ser un signo de respeto o una falta de respeto según estemos en oriente u occidente.
- Hacer ruido cuando tomamos la sopa está bien en Corea y no tan bien en Argentina
- El blanco es pureza, paz y limpieza en occidente, pero en China y Corea representa a la muerte, a la mala suerte y al duelo.
- El perro es un animal querido en Europa y un animal considerado sucio o peligroso en los países musulmanes.
Estos ejemplos no conforman tan solo una curiosidad. Hablan a las claras que la normalidad tiene un altísimo componente subjetivo, cultural y conceptual. Innovar es permitirnos salir de los clichés, de la “única y mejor” manera de hacer las cosas, y buscar nuevas respuestas a nuevas y viejas preguntas.
Preparando el terreno para la innovación.
Cuando somos capaces de incluir en nuestras organizaciones concepciones y visiones diferentes, la innovación surge con más naturalidad y fuerza.
La innovación surgirá de la diversidad, de las experiencias y visiones distintas, de ver un universo diferente para poder reflejarlo y servirlo.
Diversidad debe implicar además dos conceptos vitales: inclusión e integración.
Inclusión significa, entre otras cosas, incorporar las diferencias como parte del debate global incluyendo y fomentando la interacción. Integración es sin duda donde más se fracasa en las organizaciones, e implica hacer a la diversidad parte indisoluble del todo. Muchas veces los “diferentes” son reclutados con la mejor buena voluntad pero la organización les recuerda que son diferentes, los separa y no los integra.
No se trata solamente de reclutar a los miembros de una organización pensando en la necesaria diversidad, sino permitirles desplegar la totalidad de su potencial a cada uno de ellos. Es imprescindible trabajar en la integración para que la diversidad no sea una «invitada» sino parte indivisible del todo. Festejemos y busquemos las diferencias porque siempre suma.
Así como insistimos que la cultura organizacional es un factor clave al momento de innovar, también lo es al momento de promover y sostener la diversidad en la organización.
Una correcta representación de la sociedad nos dará mayor apertura, creatividad e innovación, pero por sobre todo nos dará sentido de destino. Un para qué y por qué ser y hacer.