Por Leonardo Glikin, consultor en empresa y familia, Director de CAPS Consultores.-
A la hora de pensar en la transición entre la vida laboral activa y el retiro, se originan una serie de miedos, dudas e interrogantes sobre cómo darse cuenta cuándo es el momento, qué señales debemos reconocer, por qué es importante darle espacio a los nuevos talentos, y quién será el responsable de continuar el camino que forjamos con tanto esfuerzo y años de trabajo.
Frente a este escenario, son muchos los padres que se preocupan por encontrar las maneras efectivas para integrar a sus hijos en su actividad, y prevenir los conflictos que potencialmente se pueden desencadenar.
El verdadero problema surge cuando creemos que nuestro negocio y nosotros somos exactamente lo mismo. Es justo allí donde condenamos su crecimiento y la posibilidad de encontrar una salida de este para nuestro mejor desarrollo.
El principal desafío es comprender que existe una manera de conducir la actividad con la llegada de otras personas desde perspectivas diferentes. Muchas veces quienes ingresan son familiares continuadores de la actividad del padre/hijo/hermano; otras hay que reformularla o modificar su forma de desarrollo para que pueda ser continuado por otros; asociarse, entre otras alternativas posibles.
No obstante, el proceso de incorporación de la nueva generación representa un gran reto ya que es necesario responder a muchas preguntas, entre las cuales cabe formular algunas: ¿Los hijos deben empezar desde abajo? ¿Es necesario que hagan una experiencia fuera de la actividad antes de incorporarse? ¿Debería existir un plan de carrera pre-establecido para ellos? ¿Qué pasa si un miembro de la familia no responde a las exigencias que requiere la actividad? ¿Cómo lograr que las normas establecidas se cumplan?
Indudablemente es un tema complejo que da cierta pereza comenzar y, por ello, son muchos tanto los productores de seguros como profesionales de otras actividades, los que lo postergan indefinidamente, incluso a veces hasta sin poder lograrlo por no aceptar la posibilidad de un reemplazo.
Estamos hablando de un proceso que puede durar uno, dos años y hasta 10 años según la complejidad del negocio. En el caso del productor de seguros, sucede que a veces uno de los hijos quiere continuar con la cartera y el otro no, pero tiene un interés económico. Lo más importante en este caso es la definición, el consenso familiar y la aceptación de la solución que el padre está proponiendo. La mejor manera de evitar resentimientos y rencores es hablarlo claramente en vida, con el acuerdo de cada una de las partes o, como alternativa, valorizar la cartera con algún beneficio para el hijo o los hijos que no están en la actividad. De esta forma, será equitativo para todos.
En tanto, el retiro del padre de la actividad no debe ser tomado como un conflicto o problema sino como una oportunidad. En el caso del padre para poder hacer otras actividades que también le gustan pero quizá hasta ese momento dejó relegadas o bien poder pasar más tiempo con sus seres queridos; y en el de los descendientes, la posibilidad de presentar sus ideas, opiniones e incluso reinventarse, logrando una mejor versión.
Por eso, cuando se acerca el Día del Padre, lo que hay que pensar es cómo preservar la unidad familiar y cuidar, a su vez, la empresa, negocio u actividad, cuestiones que no son incompatibles sino complementarias y necesarias para seguir creciendo en armonía.