Esta efeméride tiene su origen en la tragedia de Avellaneda. El 27 de septiembre de 1993 murieron siete personas en una casa en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Se habían vertido irresponsablemente compuestos que se combinaron para formar ácido cianhídrico, un veneno muy potente, que se filtró en forma de gas por la rejilla de la casa.
Si bien este fue un caso emblemático, no es un caso aislado. Tenemos una tendencia como sociedad a esperar a que ocurran tragedias para tomar acción. Con frecuencia, ignoramos las señales de alarma y los riesgos sociales y ambientales hasta que se convierten en catástrofes. Esta fecha nos recuerda que ya contamos con bastante información sobre los riesgos de muchas de nuestras prácticas habituales, y nos invita a apostar por la prevención y a buscar alternativas más sustentables.
En Argentina, de hecho, contamos con el famoso Principio Precautorio, que respalda la adopción de medidas protectoras ante la sospecha de que un producto o tecnología genera un riesgo grave para la salud de las personas o del planeta, sin la necesidad de contar con una prueba científica definitiva. Es decir, es preferible prevenir que lamentar, y contamos con marco legal para tomar estas medidas. Aplicar el Principio Precautorio es fundamental para ser ciudadanos sustentables y responsables.
Muchas veces frente a las grandes problemáticas socioambientales que nos aquejan, nos sentimos demasiado pequeños como para poder generar un impacto relevante. Es útil saber que existe una agenda internacional que nos marca los grandes objetivos globales para construir sociedades más justas y sustentables. Se trata de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una hoja de ruta para todos y todas.
Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de comprometernos con el cumplimiento de los ODS y debemos trabajar juntos, de manera colaborativa, para lograr un futuro mejor.
Algunos consejos para pasar a la acción y convertirnos en ciudadanos sustentables:
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Reducir, reutilizar y reciclar: Reducir el consumo innecesario, tanto de productos como de servicios, y reducir la generación de residuos es esencial para llevar una vida sostenible. Reutilizando podemos darle varias vidas a un mismo material sin necesidad de procesos productivos de por medio, alargando su vida útil y evitando tanto la generación de residuos como la extracción de recursos naturales.
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Movilidad sostenible: Optar por medios de transporte eco-amigables como la bicicleta o el transporte público, siempre que sea posible, es una gran forma de colaborar.
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Apoyar a la economía local: Comprar productos locales en general, nos ayuda a reducir la huella de carbono. Además, eligiendo alimentos locales y de temporada, construimos una soberanía alimentaria con pequeños productores y una gran red de familias.
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Recordar que cada elección cuenta: Cada vez que elegimos un producto o servicios, estamos dándole un “voto” a un producto, a su modelo productivo, a la marca que lo produce y/o comercializa y a todas las prácticas que conlleva la cadena de valor entera. Por eso, hacerse preguntas antes de elegir, es muy importante.
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Mantenerse informados: Estar al tanto de los problemas socioambientales a nivel local y buscar formas de involucrarnos en nuestra comunidad. Puede ser compartiendo conocimientos y motivación con amigos y familiares para inspirar un cambio positivo, uniéndonos a organizaciones locales dedicadas a la conservación ambiental o participando en actividades voluntarias, por ejemplo.
En este Día de la Conciencia Ambiental recordemos que cada pequeña acción cuenta y que juntos podemos crear un mundo más sostenible. No esperemos a que una tragedia nos motive a actuar; tomemos responsabilidad ahora para construir un futuro mejor para las próximas generaciones
