“No es cuestión de si va a pasar, sino de cuándo va a ocurrir”, explica Eduardo Dávila, CEO de AON en España, Portugal y Medio Oriente sobre los ataques cibernéticos que sufren (o pueden sufrir) las empresas. Es que, los riesgos derivados del uso de las tecnologías, representan cada vez más retos para las organizaciones, dado que sus características son muchas veces desconocidas por los altos mandos, pero se encuentran en permanente evolución y sus medidas mitigadoras son variadas y complejas.
La nota publicada en Inese.es estima que el ciber crimen tiene un impacto global en la economía cercano al 1% del PBI mundial. Además, hay un creciente número de casos en los que incidentes de seguridad han acarreado implicaciones de diversa índole para ejecutivos de empresas como Yahoo, Sony y Target.
A pesar de que la ciberseguridad es un riesgo en constante evolución y su mitigación no es sencilla, hay mecanismos utilizados para prevenir, identificar y minimizar su impacto. Dado que la mayoría de los ataques suelen estar dirigidos al usuario final –por ser el más débil de la cadena- es de gran relevancia llevar a cabo una buena concientización y comunicación de estas medidas básicas. Otra opción a tener en cuenta es la de transferir al mercado asegurador parte del impacto que dicho riesgo puede derivar en estas organizaciones, tanto en el marco de seguros más amplios, como mediante coberturas específicas diseñadas para cubrir el ataque.