Se habla mucho actualmente de la tecnología disruptiva: una serie de avances y cambios que logran modificar por completo el panorama conocido. Se utiliza mucho el término con referencia a las empresas, los negocios de distintos tipos y no falta razón.
Internet es un excelente ejemplo de algo que llegó para revolucionar el mundo, y hoy lo sigue haciendo. Aún no alcanza a la totalidad de las poblaciones, pero su penetración es comparable con la de la radio o la televisión, aunque con una diferencia sustancial: el espectador no es sólo público, se vuelve también generador de contenido, un agente activo que busca, crea y recibe información.
Con la mejora de las velocidades de internet y los dispositivos de almacenamiento, además de la reducción de costos de computadoras y demás aparatos, los medios de comunicación y las compañías de muchos países han logrado llegar a segmentos que antes habrían sido difícilmente alcanzables. Así, se ha vuelto casi obligatorio que coexistan los canales de venta y atención tradicionales con los nuevos, digitales.
Para entender el porqué de esta transición acelerada, es interesante conocer el estado de la llamada red de redes, que nos ofrece una infinidad de herramientas y oportunidades.
En el mundo, las redes sociales han acaparado la atención diaria de una multitud de personas. Para muestra, los números: Facebook, la más popular, cuenta con 2,196 millones de usuarios, seguida por Youtube, con 1,900 millones, y Whatsapp, con 1,500 millones. Puesto así, las cifras sorprenden. Pero es aún más interesante considerar que se trata de usuarios reales que no sólo acceden a esas aplicaciones y sitios, sino que realizan búsquedas, compras e investigaciones a diario en sus teléfonos y dispositivos.
Cerremos el margen geográfico. ¿Cómo se ve México?
Hay un total de 79.1 millones de internautas, de los cuales un 49% son hombres y 51% mujeres. La penetración en mayores de 6 años es de 67% y, según estimaciones, pasan alrededor de 8 horas conectados al día, es decir, el mismo tiempo que se dedica al trabajo. No cabe duda, entonces, de que Internet ha cambiado significativamente los hábitos diarios de la población mexicana. También ha dado un giro la manera de comprar, vender e informarse.
Es cierto que las nuevas tecnologías facilitan el acceso y hacen cercana la comunicación, pero no se deben eliminar los canales tradicionales, se deben sumar. Hay aún una parte importante de la población que elige acudir a los centros de atención o tiendas físicas, dependiendo del producto o servicio de interés, además de la edad: un 82% de los usuarios de internet son menores de 45 años. Y no sólo eso, no debemos olvidar que tanto los creadores, como los usuarios de estas llamadas “tecnologías disruptivas” son personas con intereses y curiosidades reales.
¿Cómo generar esta coexistencia?
Un tema muy interesante son las recientes empresas “Fintech”, del inglés Financial Technology. Según Finnovista y su estudio Fintech Radar Foreign Startups, en 12 meses en México se han creado 125 Fintechs y, sin embargo, sólo el 6% del total son Insurtech, es decir, puntualmente empresas de seguros cuyo ecosistema de ventas y atención es puramente digital. Ahí estará el crecimiento y una importante competencia. No obstante, no serán las únicas participantes del sector, las compañías tradicionales se reinventarán y evolucionarán, si es que no lo están haciendo ya.
Como hemos visto, las estadísticas nos hablan de una verdadera revolución multimedia en todos los sentidos, social, de entretenimiento y, con especial relevancia, en los negocios. Es importante que cada vez más personas puedan acceder a las nuevas herramientas digitales y aprovechar todos sus beneficios. Una nueva forma de vida es ahora una realidad y los cambios seguirán día con día. Seamos parte de ellos.