La Organización Mundial de la Salud define el estrés como un estado de preocupación o tensión mental causado por situaciones complejas. Todas las personas, advierte el organismo internacional, somos vulnerables a sufrir de este malestar. La ansiedad por su parte, se relaciona con preocupaciones y miedos recurrentes frente a las diferentes situaciones de la vida diaria.
Las dos sintomatologías encuentran en el estudio y el trabajo circunstancias que pueden dispararlas, afectando así el normal desarrollo de estas y otras actividades en las personas. El estrés laboral es un fenómeno de aparición cada vez más habitual entre la población. Las ciencias sociales y neurológicas lo definen como el conjunto de respuestas cognitivas, fisiológicas y emocionales que se producen ante ciertos aspectos adversos en el ámbito profesional y/o personal.
“El estrés puede producirse por un mal ambiente o “clima” laboral, ante lo cual aparece una reacción física y mental en repuesta al cambio que afecta a nuestro círculo de trabajo o el emocional personal, y que tiene lugar en el entorno o puesto donde desarrollamos nuestra profesionalidad”, opina Marta González, profesora de EAE Business School.
La maestra señala que, aun cuando las crisis sean profundas, mayores pueden ser las oportunidades de salir fortalecidos de estas; pues representan una oportunidad para cambiar, solucionar, crear o saldar necesidades y finalmente crecer. Las circunstancias complejas deben entenderse como una oportunidad para transformar algunos aspectos y reforzar nuestras convicciones. “Todas las grandes crisis ofrecen la posibilidad de transformar el orden personal, empresarial y por extensión, el mundial”, concluye la profesora.
Cuando la depresión o la ansiedad se involucran de manera recurrente en el normal desarrollo de la actividad profesional, estudiantil y personal, lo más apropiado es consultar de inmediato a un especialista para que oriente el manejo adecuado de las mismas. Sin embargo, y con la intención de prevenir fuertes afectaciones, compartimos una serie de tips que pueden ayudar a manejar mejor las situaciones potencialmente complejas:
- Dormir lo suficiente: esto permitirá enfrentar con mejores capacidades físicas y mentales, las actividades tanto educativas como profesionales por desarrollar.
- Alimentación equilibrada: cuidando de proveer al organismo con los nutrientes necesarios para la demanda física y mental.
- Ejercicio regular y meditación: permite poner en funcionamiento todas las funciones físicas y mentales del cuerpo, y otorga un descanso mental frente a la saturación de una actividad académica o profesional prolongada.
- Establecer un cronograma: que incluya tiempos de deberes y descansos. La planeación esfuerzo-recompensa permite un equilibro que la mente y el cuerpo agradecen.
- Redes de apoyo: a veces falta simplemente hablar y desahogarse, de allí la importancia de encontrar alguien dispuesto a escuchar nuestro malestar.
- Ver las situaciones en perspectiva: en medio de la situación de ansiedad o estrés, es complejo ver otros ángulos que no sean los que generan malestar. Sin embargo, es valioso encontrar un momento para evaluar dichas circunstancias y comprenderlas mejor. Quizás allí se descubra una necesidad de cambio, mejora o transformación.