La inteligencia artificial (IA) y en especial la IA generativa, actualmente está revolucionando muchos procesos empresariales, entre los cuales se encuentra también el proceso de innovación. Sus capacidades para analizar grandes volúmenes de datos, sintetizar, proponer ideas o crear prototipos la convierten en una herramienta de gran utilidad en los equipos de innovación. Además, permite acortar los tiempos, llegando de manera más veloz desde el reto inicial a la implementación de una solución.
Sin embargo, su aplicación debe estar regulada para garantizar un uso ético y supervisado por humanos, evitando errores o sesgos que puedan afectar los resultados. La automatización, aunque eficientice, no debe reemplazar el criterio humano, sino complementarlo para mejorar la fiabilidad de los modelos generativos.
En este sentido, Mapfre ha elaborado un ‘Mapa de posibilidades del uso de la IA en procesos de innovación’, que recopila distintas posibilidades inspirándose en artículos, documentos académicos, ponencias en eventos e investigación propia. La IA puede desempeñar un papel clave en distintas etapas del proceso de innovación, que Mapfre analiza minuciosamente, desde la identificación de oportunidades hasta la implementación de soluciones, agilizando el trabajo y aportando un valor añadido significativo.
La identificación del reto: la IA como analista de datos
La primera fase de la innovación comienza con la identificación del problema a resolver: esta es la fase Reto. En esta fase, la IA permite analizar grandes volúmenes de información del mercado, identificar tendencias y realizar estudios de competencia, permitiendo un diagnóstico más preciso y la predicción de escenarios futuros. Herramientas avanzadas de IA pueden automatizar análisis estratégicos, facilitando una comprensión más precisa del entorno empresarial.
La IA también puede ayudar en el Social Listening, que analiza conversaciones en línea para identificar tendencias emergentes, facilitando la comprensión del reto. También puede sintetizar hallazgos en modelos como el Mapa de Empatía, aportando una visión estructurada para la toma de decisiones.
La generación de ideas: la creatividad aumentada por IA
En la fase creativa o fase Idea, la IA actúa como un motor generador de ideas mediante técnicas como brainwriting o SCAMPER, además de proponer soluciones basadas en datos históricos y patrones previos. Su capacidad para agrupar, refinar y clasificar propuestas facilita el trabajo de los equipos de innovación.
Según Mapfre, esta tecnología puede incluso ajustar el nivel de creatividad de los modelos generativos, adaptándolos a diferentes tipos de proyectos. Sin embargo, es fundamental que la creatividad humana siga siendo el eje central del proceso.
El desarrollo de conceptos y prototipos
Una vez seleccionadas las mejores ideas, la IA contribuye a estructurarlas en modelos de negocio, ayudando en la creación de Business Model Canvas y estimaciones de mercado. Esta es la fase Concepto. También puede generar borradores de documentos estratégicos, como descripciones de productos y propuestas de valor.
En la fase Prototipo, herramientas basadas en IA agilizan la creación de interfaces y materiales visuales. Plataformas como Figma o Canva ya han integrado capacidades generativas que reducen los tiempos de diseño y prueba. En el desarrollo de software, asistentes como GitHub Copilot permiten programar de manera más eficiente.
La validación y el lanzamiento: el rol de los agentes autónomos
En la fase Mínimo Producto Viable (MVP) y, más específicamente, en la construcción del MVP, la IA también está revolucionando la validación de productos mediante agentes autónomos, capaces de interactuar con el mercado real sin intervención humana. Estos modelos pueden simular el comportamiento de consumidores, analizar la respuesta a productos en entornos digitales y realizar ajustes en tiempo real. Sin embargo, su uso plantea desafíos éticos y regulatorios, por lo que su implementación debe realizarse con cautela.
IA e innovación: una relación complementaria
Mapfre concluye que la IA se ha convertido en una aliada estratégica en los procesos de innovación, pero su éxito depende de un uso responsable y supervisado. Asimismo, destaca que la tecnología puede optimizar cada fase del desarrollo de nuevos productos y servicios, pero la creatividad, el juicio humano y la visión estratégica continúan siendo insustituibles.
Fuentes: MAPFRE y Füture INESE.