En el último informe de Coface sobre la economía de Turquía señala que el aumento de las incertidumbres políticas como resultado de las dos elecciones parlamentarias de 2015, la erosión de la liquidez debido al proceso de aumento de tipos de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y el debilitamiento de la lira, han contribuido a la disminución del crecimiento turco. La percepción del riesgo se ha deteriorado aún más en 2016, tras el aumento de las tensiones regionales, la intensificación de los problemas de seguridad internos, el fracaso del golpe de estado del 15 de julio de 2015 y la rebaja del rating crediticio. Debido al impacto negativo de todas estas perturbaciones internas y externas, junto con una confianza más débil, se prevé que el crecimiento del PIB disminuya en 2016.
En 2017 se prevé que el gasto público sea uno de los principales impulsores del crecimiento. Los bajos niveles de deuda y déficit público del país (la UE estableció en 2015 el ratio de endeudamiento del PIB de Turquía en un 32,9%) permiten que el gobierno pueda utilizar la política presupuestaria como una herramienta para mitigar las crisis económicas. Para contrarrestar el debilitamiento de la confianza empresarial, el gobierno ha anunciado un importante paquete de inversiones cuyo objetivo es mejorar el clima de inversión, a través de un enfoque basado en proyectos.
El compromiso del gobierno con las reformas es también un factor importante para incentivar un crecimiento sostenible. El plan de reformas que ha introducido se basa en cuatro pilares: incentivos a la inversión, I+D, internalización del mercado de trabajo y ahorro de costos. Las autoridades también han implementado medidas para impulsar la demanda interna.
Los principales retos para 2017 son el riesgo de cambio y el déficit por cuenta corriente
El riesgo de cambio y el persistente déficit por cuenta corriente son los principales desafíos a los que se enfrenta la economía turca. El total de la deuda externa a la que el sector privado tiene que hacer frente asciende a 9.100 millones de dólares. Una mayor percepción del riesgo también podría dificultar el desarrollo del consumo privado, el principal impulsor de la economía. Todo esto se ve agravado por otros factores como son las tensiones en la frontera con Siria, mayores tipos de interés y una creciente inflación, lo que provoca que los consumidores retrasen sus compras.
Mirando hacia el futuro, las tendencias en los flujos de capital serán clave. Entre enero y septiembre de 2016, el flujo de capital de los no residentes cayó en un 12% hasta los 26.900M$, descendiendo de los 30.600M$ del mismo periodo del 2015. Esto fue un factor importante que llevó a una depreciación de la lira del 16% frente a la cesta euro-dólar. En 2009, cuando la economía se contrajo en un 4,8% debido a la crisis económica mundial, el total de entradas de capital extranjero en Turquía se redujo en un 95%.
Aunque la situación actual está lejos de este escenario, la tasa de entrada de capital extranjero a Turquía será muy importante para su evolución económica. El país todavía está atrayendo fondos extranjeros, pero la sostenibilidad de estos flujos dependerá del entorno empresarial y los desarrollos en los mercados financieros mundiales”, comenta Selten İYİGÜN, economista de Coface de la región Medio Oriente y África del Norte.
Perturbaciones en los sectores minorista, turístico y automovilístico, debido a las tensiones políticas y los ataques terroristas
El sector minorista juega un papel importante en el crecimiento económico de Turquía. Se ha beneficiado de un crecimiento económico sólido durante una década, impulsado por el gran número de habitantes del país cercano a 80 millones y el aumento del ingreso per cápita. Aunque el sector minorista ofrece importantes oportunidades a largo plazo, a corto plazo se enfrenta a retos difíciles. Las crecientes tensiones políticas, los ataques terroristas, el debilitamiento de la lira y una inflación creciente están pesando mucho en los resultados del sector. Estos factores han causado una desaceleración en la demanda interna, tendencia que se espera continúe en 2017.
Las ventas minoristas se han visto perjudicadas por un acceso al crédito limitado (debido a los altos tipos de interés) y una reducción de la confianza del consumidor. El hundimiento de los ingresos procedentes del turismo vinculados a cuestiones de seguridad y el deterioro de las relaciones con algunos países vecinos también empeoran las perspectivas del sector.
Por lo que respecta al sector del automóvil, hubo un ligero descenso en el mercado interno, pero las condiciones externas siguen siendo favorables. En los primeros 10 meses del año, las ventas totales disminuyeron en un 3% frente al mismo periodo de 2015. Esta caída se debió principalmente a la desaceleración de la actividad económica, que redujo las ventas en la subcategoría comercial en un 12,3% en el periodo comprendido entre enero y octubre de 2016 (sobre una base anual). En 2017, las principales amenazas para el sector automovilístico estarán relacionadas con las nuevas regulaciones y fluctuaciones de la lira. La reciente depreciación de la lira podría incrementar la presión al alza de los precios en el siguiente periodo, dado que el ratio de importación en el mercado de automóviles nacionales se situó en un 76% en el periodo enero-octubre. Desde el punto de vista regulatorio, en noviembre Turquía implementó un aumento en el impuesto especial para vehículos de alta gama. La nueva tasa tiene en consideración el rango de precios y la cilindrada del motor. Esto se espera que influya sobre las ventas de automóviles de lujo, con un incremento en los precios de compra final.