Los índices de robo en el autotransporte de cargas, particularmente los de gran porte, son hoy apenas un 15% de lo que eran en 2002 y 2003, momento en que se verificaban por encima de los dos mil robos anuales. Hoy, en 2023, estamos en un promedio cercano a los veinte hechos mensuales, que abarcan tanto el robo de la carga como el de unidades.
¿Qué cambió de ayer a hoy? En primer lugar, el buen desempeño de las medidas preventivas aportadas por las entidades de seguridad (privadas y públicas), y la creación de fiscalías especializadas, dotaron a la red de seguridad de mayor eficiencia y eficacia en los procesos de seguridad, de punta a punta.
En la actualidad, y según los datos de la Mesa Interempresarial de Piratería del Asfalto, el 54% de los robos de camiones se da en la Provincia de Buenos Aires, mientras que en el Interior del país sólo se verifica un 26% y un 20% en CABA. Las estadísticas judiciales sobre esta modalidad aportadas por la misma entidad indican que hay un 47% de imputados/indagados; un 41% de procesados; se llega a prisión preventiva en el 35% de los casos, y a la condena en el 18%.
En este contexto, el avance y masificación de la tecnología sobre las unidades de transporte de cargas también ha dado sus frutos. De hecho, datos de negocios de 2022 muestran que la demanda de soluciones tecnológicas para equipar las unidades de transporte de cargas tuvo un crecimiento de 10% en el segundo semestre de 2022.
Otro de los cambios que se ha dado es de corte cultural: después de mucho evangelizar, se logró que los “piratas del asfalto” aparecieran identificados como una categoría peligrosa en los medios, un término que antes del 2008 no existía en los diarios.
No obstante, el transporte enfrenta un desafío persistente en cuanto a la calidad de la inversión en soluciones tecnológicas de seguridad electrónica. Vemos que las compañías transportistas, inclusive algunos dadores de carga, sólo contratan lo básico para cumplir con su póliza y hay que reconocer que los requisitos que contiene no son suficientes.
Este diagnóstico se vuelve evidente cuando se analiza la tecnología que usan los piratas del asfalto para cometer estos delitos, que incluyen inhibidores de señal. Estos dispositivos bloquean la señal de los tradicionales VLU (los sistemas de localización automática de vehículos, que usualmente transmiten usando las redes de telefonía celular). A esto se suma un segundo fenómeno, del lado de los proveedores de servicios de telefonía celular, que es la progresiva desactivación de celdas de tecnologías anteriores (como 2G o 3G), sin la debida coordinación con los proveedores de seguridad electrónica cuyos clientes todavía usan estas tecnologías para el monitoreo de su activos.
La inversión en nuevas tecnologías para muchas empresas transportistas es complicada pero, a la vez, cuando esta inversión se realiza es capaz de otorgar a las empresas una ventaja competitiva al optimizar sus procesos, proteger sus activos y hacer un uso más eficiente de los recursos. Estamos en plena era digital, y es momento indicado para que las empresas del sector den el salto hacia los desafíos y oportunidades que propone el futuro.