Tanto los colegios, como las instituciones deportivas y gimnasios deberán exigir un apto físico para determinar que el cliente puede realizar actividad física. El chequeo preventivo es un examen de salud que permite detectar, de manera precoz, patologías y evaluar diversos factores de riesgo (como hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso u obesidad, dislipémias, sedentarismo, tabaquismo, estrés). «Identificar alteraciones con premura permite realizar recomendaciones oportunas e incrementar el éxito terapéutico», comentó el médico cardiólogo Carlos Reguera, Jefe del servicio de Cardiología y Medicina Preventiva del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (INEBA), al diario Infobae.
El certificado requiere de la visita a un clínico, a un traumatólogo y al área cardiovascular. Está comprendido por estudios, exámenes físicos e, incluso, un interrogatorio médico. Desde INEBA señalan cinco claves a tener en cuenta y llevar a cabo a la hora de la actividad:
1. Evaluación clínica cardiológica, que incluye interrogatorios y exámenes físicos. (Es obligatorio en los gimnasios por la ley 139/1998)
2. Consulta oftalmológica, audiometría y control bucal y antropométrico (para los escolares)
3. Electrocardiograma de reposo, que permite detectar alteraciones eléctricas, arritmias, enfermedades del músculo cardíaco y trastornos de la conducción eléctrica.
4. Ecocardiograma, donde se analiza el tamaño del corazón, su forma y estado de las válvulas.
5. Finalmente, la ergometría de 12 derivaciones, que consiste en hacer esfuerzo a partir de ciertos protocolos controlando a la persona con un electro permanente y tomando la presión cada tres minutos. Permite obtener datos sobre la respuesta del corazón al esfuerzo intenso, diagnóstico de isquemia, arritmias, hipertensión arterial al esfuerzo.