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Cauciones: el país que se viene

Por Mariano Nimo, Gerente General de Afianzadora.-

El mercado afianzador argentino comenzó a imaginar los tiempos venideros donde el pragmatismo, con un claro giro a la derecha, se conjugará con ese animal político llamado peronismo.

El encanto de la dolarización y las posiciones extremas parecen perder la pulseada con la moderación, el “statu quo” del asistencialismo, el temor y la simbólica conservación de derechos, que finalmente terminará en un brutal ajuste como único antídoto de una macro que cruje por todos lados. El modelo tradicional del afianzamiento argentino parece tener continuidad, con un potencial gobierno que seguirá apoyado en una estructura estatal de alta intervención, utilizando la inflación como agente de licuación del gasto corriente, con una economía encorsetada al mundo y una nueva batería de impuestos para los mismos de siempre.

A pesar de que esta economía conlleva una crisis de inflación más que productiva, el año estaría cerrando en una contracción del -2%, que es el mismo valor que le quitó a la economía la histórica sequía del principal polo exportador argentino: el campo. Sumado a esta situación, que contradice la sensación general de desánimo, contamos con un “bajísimo” nivel de desempleo (6%), con actividades que aún en este escenario se encuentran en etapas económicas expansivas. El petróleo, la minería, la producción de autos, la industria del conocimiento y el turismo son algunos de ellos; todos rubros vinculados a los sectores de demanda externa.

Cuando pasamos al otro polo -los sectores rezagados-, vemos que la industria, las ventas minoristas, la salud, el crédito al sector privado y la construcción son los que empujan hacia abajo, coincidiendo con sectores protegidos del conservador empresariado argentino. Claramente, el gran perjudicado de esta situación heterogénea de la economía es el asalariado promedio argentino, que vio resentir su poder adquisitivo un 30% promedio en los últimos 5 años, producto de una irresponsable conducta fiscal que prácticamente hizo desaparecer el valor de la moneda local. Esto puede ser fácilmente explicado con lo realizado en este 2023: en los primeros 6 meses, se emitió el doble de lo que se pensaba emitir en todo el año. La reciente irresponsabilidad monetaria -el “plan platita”- ya ha dado sus frutos y el potencial futuro presidente de Argentina ya prepara un “ajustazo” que intentará llevar el presupuesto 2024 a un superávit del 1% del gasto corriente. Este ambicioso plan de estabilización, tanto fiscal como monetario, en el mejor de los casos, conllevará un fuerte sinceramiento de precios relativos que generaría bloques de inflación iniciales del 20%-30% mensuales en el primer semestre de 2024, para luego bajar rápidamente a un dígito. Dicho sinceramiento tendrá un alto impacto social negativo, pero será necesario como base para un arranque uniforme y general de la economía, en búsqueda de las bases para un crecimiento genuino.

Todo indicaría que el caudal político y la paciencia social peronista darán al próximo gobierno ese hándicap para “acomodar“ distorsiones inviables en cualquier economía doméstica. Se vienen tiempos (muy) difíciles, donde tal vez el único partido habilitado a realizar esa cirugía mayor a corazón abierto es el que “combate al capital”, y que tendrá de socios a los principales actores de poder en el país para llevar a cabo lo que, salvo la izquierda, han coincidido los principales candidatos presidenciales.

Argentina tiene una gran oportunidad, habiendo casi pleno consenso de lo que viene. Afianzadora está preparada para hacerle frente a los nuevos desafíos, contener la demanda, fortalecer nuestros lazos con los PAS y continuar con la formación profesional a través de la escuela de caución.

Por lo pronto, vayan a cargar nafta porque, en valores comparativos, se encuentra en el precio más bajo de los últimos 30 años.