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Caución: preocupa el debilitamiento de la cadena de pagos y una escalada de la siniestralidad

ENTREVISTA 100% SEGURO.- El mercado de Caución venía en una situación de desaceleración antes de la pandemia por el COVID- 19, producto de una economía que aún no se había movilizado con la llegada de la nueva gestión de Gobierno, y en el contexto actual, en el que la actividad está totalmente frenada desde hace algo más de un mes por la cuarentena y el aislamiento social implementados, en el ramo se produjo una fuerte retracción debido a la falta de inversiones. 

Las obras públicas y las privadas vieron detenidas sus operaciones y sólo se aseguraron contratos ya en proceso de ejecución, alguno de los cuales obtuvieron autorizaciones para su parcial conclusión. Se redujo también el comercio en función de la situación, afectando directamente al negocio aduanero”, indica Mariano Cuffia, presidente de AlbaCaución. 

El ejecutivo estima una caída de nuevas operaciones de entre el 55% y 65% en todas las líneas de negocio como consecuencia del coronavirus. 

Cuffia cuenta que el ramo en cuestión “operó casi con exclusividad asegurando a proveedores del Estado Nacional, provinciales y municipales, teniendo importancia el suministro de equipamiento e insumos médicos y, en menor medida, la entrega y calidad de otros bienes que habitualmente contratan los estados”. Además, debido a la emergencia, se utilizó en la mayoría de estos casos la contratación por invitación y directa. Es decir que el licitante no impuso la exigencia de requerir garantías de oferta, lo que agregó otra limitación a los negocios habituales.

Mariano Nimo, gerente general de Afianzadora, aporta que observan “una reducción en la operación de negocios nuevos mayor al 45%, en comparación a la etapa anterior que ya se encontraba en una lógica recesiva”. No obstante, asegura que aproximadamente el 65% de las facturaciones mensuales de las compañías provienen de refacturaciones (riesgos anteriores que siguen vigentes y generando prima). 

La real preocupación no es el pobre volumen de primas nuevas, sino el deterioro de la cobranza”, apunta Mariano Nimo. 

En esta línea, el ejecutivo advierte sobre un triple impacto negativo de la pandemia (menos cobranzas, menos negocios y más reclamaciones proyectadas) que “hará crujir las bases técnicas de un negocio que supo ser superavitario”. Y es que “desde el inicio de la pandemia, la situación de cadena de pagos desmejoró fuertemente, siendo hoy la principal preocupación de corto plazo de las compañías especialistas”. 

La crisis, una oportunidad

Por su parte, Sebastián Guerrero y Gonzalo Córdoba, directores de Crédito y Caución, confían en que, más allá del momento difícil que vive el ramo, ni bien se vayan liberando las diversas actividades, se comenzarán a activar las operaciones de nuevas ventas. Además, observan que esta puede ser “una oportunidad para poder trabajar la póliza digital de caución, un elemento desarrollado antes de este contexto”. Sostienen que es una herramienta a la que hay que darle todo el impulso necesario.

En este sentido, destacan que el sector está familiarizado con trabajar en un escenario digital porque el 45% de su negocio corresponde a la póliza aduanera, que es 100% electrónica y funciona hace más de 15 años. 

Más del 50 % de las operaciones de ese mercado se emiten de manera electrónica. Más allá de las pólizas emitidas para Aduana, se incluyen también las garantías para directores y gerentes de sociedades comerciales (IGJ), para el Estado Nacional a través de los  programas Comprar y Contratar, ciertas pólizas para el GCBA y Banco Ciudad así como también seguros de alquileres para vivienda y determinados beneficiarios privados que aceptan las pólizas de caución con firma digital”, resaltan Sebastián Guerrero y Gonzalo Córdoba.

En este sentido, consideran que las pólizas digitales poseen la misma validez jurídica que las que se firmaban de manera hológrafa y creen que, si se logra la implementación de este Sistema Único de Garantías (SUG) administrado por la Superintendencia de Seguros de la Nación, se le otorgaría al mercado una dinámica digital única.

No hay cambios en refacturación aún 

En cuanto a la refacturación, desde la firma no observan cambios al momento, pero intuyen que, como consecuencia de este difícil escenario económico por el que estamos transitando, se produzca una disminución en la cadena de pagos, principalmente en las PyMEs. Además, no descartan que, de cara al futuro y en virtud de las consecuencias que traerá la pandemia, se den aumentos de los reclamos y una renegociación de los contratos.

Cuffia coincide en que la refacturación se mantiene en volúmenes razonables, porque viene con la inercia de negocios suscritos el año pasado. Aunque prevé que “este tema recién impactará de mayo/2020 en adelante, donde comenzaremos a ver una disminución  producto de la caída de emisiones de estos meses de cuarentena”. En cuanto a  la morosidad del ramo, nota que la caída es mayor en la extensión de los plazos de cobertura (la refacturación)  que en  la emisión, como resultante de una falta de flujo de caja de las empresas y principalmente de las PyMEs. Advierte que esto es preocupante, ya que la solvencia de todas las empresas depende de la actividad y los flujos.

Si no se habilita una apertura al seguro de la cuarentena, aunque sea por regiones, en los territorios más afectados en forma parcial resultará una ruptura en cadena difícil de sobrellevar”, advierte Cuffia.

Sin embargo, sostiene que no se observa una mayor siniestralidad y apunta que “se podría comparar o pensar en alguna similitud entre esta crisis económica y la del 2001” y asegura que en aquel momento no hubo un gran incremento de la siniestralidad, salvo en el segmento aduanero. Entiende que algo similar podría pasar ahora, pero en este caso se agrega la sustancial baja de las tasas desde aquella época y el importante incremento del negocio de garantías entre privados, que seguramente tendrá un comportamiento diferente. 

La imposibilidad de dar de baja la cobertura por falta de pago de los premios y los importantes volúmenes de operación que maneja el rubro caución exigen permanentemente buscar soluciones al principal problema financiero del rubro, la cobranza”, agrega Nimo.

Al respecto, opina que “las aseguradoras debemos analizar cada caso con tratamientos especiales, alejándonos de la burocrática ortodoxia que nos ha llevado a esta situación”. 

Sobre la siniestralidad, coincide con sus colegas al señalar que “hace ya dos ejercicios que el mercado viene con una clara tendencia de aumento, provocado por la estanflación y crisis de las PyMEs”. A raíz del COVID-19, esperan un pronto escenario de conflictividad, principalmente en el ámbito de asegurados privados, lo cual –sostiene- podría anabolizar las reservas del mercado. 

Coberturas necesarias 

Finalmente, las compañías ven una luz al final del túnel y es que, tal como lo dice Cuffia, “el rol de seguro de caución en los negocios es sumamente importante, más en tiempos de inestabilidad, donde es muy difícil saber quién es quién y se debilita esa confianza que reemplaza a la garantía como instrumento necesario para amortiguar los riesgos de los contratos”.  

También lo deja en claro Nimo, quien sostiene que “a futuro, el seguro de caución seguirá brindando protección a los contratos y lo veremos ocupando nuevos intereses asegurables hoy huérfanos en el mercado argentino”, sobre todo teniendo en cuenta que es “un fundamental agente financiero para muchas PyMEs en un escenario de crédito cero”.

No obstante, advierten que la actual situación está poniendo en riesgo el funcionamiento del sistema asegurador en su conjunto, con una importante probabilidad de que se produzca un daño al mercado, por lo que resaltan la importancia de ponerlo en funcionamiento lo antes posible para evitar situaciones que puedan ser catastróficas para el mismo.

Por Pilar Wolffelt