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Buena noticia: la producción de automotores alcanzó el mejor nivel de los últimos 6 años

El sector automotriz ha tenido un desempeño destacado en 2022 a pesar del contexto desafiante que enfrentó por la escasez de insumos importados, los problemas de logística global y los conflictos gremiales.

Así surge del informe elaborado por BBVA Research, en el que esperan que la demanda en el mercado interno en 2023 sea similar a la de 2022, con ventas a los concesionarios en torno a las 400.000 unidades, lo que ya sería una buena noticia.

El reporte, a cargo del economista Mario Iparraguirre, señala que la actividad económica general se ha comportado mejor de lo esperado durante 2022. En particular, la alta inflación y la intrincada política cambiaria alentaron el consumo de bienes duraderos como los autos y las motos, lo que permitió que la industria mantuviera un buen desempeño.

“La Ley de promoción de inversiones para la industria automotriz podría dar un nuevo incentivo a ese complejo exportador, fomentando una mayor inserción internacional, generando empleo y fortaleciendo el sector y su cadena de valor. Sin embargo, permanecen los focos de riesgo que podrían perjudicar al mercado automotriz: menor liquidación de divisas por agravamiento de la sequía, endurecimiento de las restricciones a las importaciones y salto cambiario”, aclara el especialista.

La industria, a diferentes velocidades

La economía argentina sigue recuperando parte del terreno perdido en los últimos años. Pasada ya la etapa más crítica de la pandemia, la actividad continuó avanzando durante 2022 y se estima que su crecimiento anual se ubique en alrededor de 5%. Sin embargo, el conflicto bélico en Europa, los problemas energéticos a nivel global y la inflación expandida por el mundo introdujeron fricciones que se sumaron a los desequilibrios económicos domésticos, poniendo un límite a dicho crecimiento. 

El impulso de la actividad en 2022 provino, especialmente, de la adquisición de bienes durables y del despegue de servicios. Según BBVA, las restricciones cambiarias y la alta inflación incrementaron el consumo de bienes durables “de refugio” (traccionando la inversión, como el caso de maquinaria agrícola y construcción) y el consumo “inmediato” originado por la alta velocidad de circulación del dinero. Esto último impulsó, en general, al comercio y, en particular, a algunas ramas de la industria. 

Sin embargo, aclaran que se trata de un empuje poco sostenible en el tiempo. Además, el sector turístico y sus industrias conexas (servicios de ocio y entretenimiento, hotelería, transporte, viajes, etc.) continuaron recuperando parte del terreno perdido por la crisis del COVID-19 (aunque todavía no completamente).

Gran parte de la expansión de la actividad se debe al buen desempeño que han demostrado la industria y el comercio, los cuales representan más del 35% del valor agregado económico. A contramano de la obra pública, el avance de la construcción privada motorizó ese sector y a sus industrias vinculadas (minerales, siderurgia, metálicas, etc.). Por su parte, la intensificación de la producción en Vaca Muerta alentó al sector minero. 

En particular, la industria automotriz tuvo un rol destacado, superando ampliamente el aporte de otras ramas económicas, tal como se aprecia a continuación.

De hecho, el nivel de producción del sector automotor regresó a valores de 2018, incluso con la contracción que tuvo en el segundo semestre. Durante el primer semestre de 2022, la producción de vehículos y autopartes se incrementó exponencialmente, apuntando un alza de 48%. Sin embargo, el acumulado anual a octubre (último dato disponible) fue de 28%. Es decir, en tan sólo cuatro meses se registró un retroceso de 20%.

La realidad es que la persistencia de la brecha cambiaria en torno a 100% mantuvo el atractivo para la compra de vehículos. 

“Cuanto más se amplía la diferencia entre el tipo de cambio ARS/USD oficial y su valor “paralelo”, más atractivos se vuelven los automóviles y otros bienes durables, ya que su precio expresado en una cotización mayor resulta menor”, explica Iparraguirre.

Las expectativas de depreciación del peso en un contexto de alta (y creciente) inflación también alentaron la compra de vehículos, en especial, durante el primer semestre de 2022.

El nivel de precios de vehículos siguió creciendo fuertemente en 2022, pero de manera más lenta que la inflación general, a diferencia de los últimos años.

El sector automotor como sostén de la industria manufacturera

Como destacan desde BBVA, el sector automotor continúa avanzando más velozmente que el resto de la industria en la reducción de su capacidad ociosa y en su nivel de producción. 

“En 2022 la producción manufacturera se posicionó en niveles superiores a los de 2019, pero la de automotores y motocicletas casi llegaron a duplicarse”, resalta el informe.

A pesar de que la rama Vehículos pondera casi 4% en el total de producción industrial, el aporte a su dinamismo es determinante, según el economista, quien pondera que con un renovado impulso de los automóviles, la producción de automotores creció de tal manera en 2022 que alcanzó el mejor nivel de los últimos 6 años.

En cuanto al tipo de vehículos, si bien hacia fin de año se recuperaron, en 2022 cayeron los patentamientos en general, pero comerciales pesados recupera terreno frente a livianos. En el último año, Toyota y Fiat ganaron más terreno entre los livianos, así como Mercedes Benz e Iveco lo hicieron entre los pesados.

Las exportaciones de livianos crecieron 58% a/a, gracias al significativo avance de las ventas de automóviles, superando la marca de años previos. “El complejo automotriz ha acompañado el desempeño de las exportaciones totales y mantiene su relevancia en el comercio exterior del país”, resalta el reporte, que a su vez advierte que la escasez de divisas afectó el acceso a insumos básicos poniendo en riesgo la cadena de valor del sector y la misma producción de las automotrices.

Perspectivas 2023

Desde BBVA, prevén que 2023 sea, en términos económicos, similar a 2022: elevada inflación, persistente retraso cambiario y escasez de divisas agravada por la sequía (implica menor liquidación del sector agropecuario).

“Así como sucedió durante el primer semestre de 2022, podrían profundizarse las restricciones desde el lado de la oferta, haciendo que el precio de los vehículos se incremente y agravando la accesibilidad a los automotores”, amplían.

Se advierte a su vez que la ausencia de un plan concreto de estabilización resentirá aún más la situación de los consumidores, haciendo que aumente su esfuerzo para adquirir un vehículo. En este marco, la disponibilidad de automotores dependerá fundamentalmente de las unidades fabricadas en el mercado doméstico, dadas las restricciones a las importaciones que dan por descontado que continuarán.

Por otro lado, el gobierno a través de la nueva Ley de Promoción de Inversiones para la industria automotriz, tendrá incentivos para impulsar de forma enérgica las exportaciones del sector para mantenerlo productivo y para hacerse de divisas. 

“En función del escenario planteado, esperamos que las ventas en el mercado interno se mantengan en registros similares a los de 2022, es decir, alrededor de 400.000 unidades”, concluyen.