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Anuncio y expectativas de la negociación con el FMI

Foto: Getty Images
Por Juan Miguel Massot, Director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la USAL.-

Con respecto al anuncio realizado sobre los avances de la negociación entre la Argentina y el FMI destacan dos cosas. Por una parte, la escasa información con la que se cuenta para poder realizar una evaluación razonable. Por otra, la variedad de interesantes análisis que se han publicado a partir de lo divulgado. En esta ocasión lo que intento es comentar dos aspectos del anuncio y de la negociación en sí que entiendo merecen cierta atención.

El primero es que es un tipo de negociación que genera poca información pública durante el proceso. Esto es parte del criterio prudencial que deben tener los negociadores. Errores sobre lo que se informa puede generar, por ejemplo, una corrida contra el peso y los bancos. En el mundo de las redes sociales y de las fake news, cada dato de más o mal divulgado es un riesgo innecesario. 

Por ello, que lo ocurrido nos haya tomado por sorpresa es un punto a favor de los negociadores. La evidencia con que contamos es que se lo dio a conocer cuando se alcanzó un conjunto suficiente de coincidencias para que ambas partes se sintieran confortables con sus contenidos. Esto queda refrendado porque solo fueron realizados por la instancia máxima del cuerpo técnico-administrativo del FMI y por el Poder Ejecutivo Nacional. 

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que este fue un primer paso ya que hay otras instancias importantes a futuro, siendo la última y definitiva la aprobación del Board of Governors -representantes de los gobiernos de países socios del FMI- y el del Congreso Nacional. Si bien puede haber alguna duda sobre su aprobación, no parece plausible que los respectivos cuerpos políticos quiten, mayoritariamente, su apoyo. En esto tercia el segundo aspecto que deseo comentar.

El acuerdo al que se llegue será una solución de compromiso. Esto es, habrá renuncias de ambas partes a cuestiones que en muchas ocasiones son presentadas como innegociables o imprescindibles. La necesidad de lograrlo y las restricciones que tienen ambas partes responden a sus incentivos y a la zona más amplia en que se puede trabajar. Las declaraciones del FMI y del gobierno argentino permiten dilucidar cuáles fueron las restricciones que habrían puesto sobre la mesa de negociación y, lo que finalmente se firme dirá hasta qué punto cada parte pudo sostenerlas. De lo conocido podría destacarse el nivel y progresión del déficit fiscal, por el lado argentino, y las reformas estructurales por el FMI. 

Ahora bien, hecha tal demarcación, a ninguna de las partes le convendría que la negociación fracase. ¿Qué perdería cada parte de no lograrlo? Dicho de otro modo, ¿cuáles podrían ser los incentivos para firmar? Argentina, evitar un período de turbulencias con derivaciones económicas, sociales y políticas que podrían hacer inmanejable el país. El FMI, el haber contribuido a ello, en unas circunstancias geopolíticas en la que el colapso de un país como la Argentina afectaría más a las potencias occidentales que a cualquier otra. 

En síntesis, el paso dado es oportuno, va en el sentido de lograr un acuerdo razonable y, quizás, cumplible con sucesivos waivers y renegociaciones. Sin embargo, no es suficiente. 

Lo que se firme, no se fundamentaría en un programa de estabilización macroeconómica, sino que debería interpretarse como una hoja de ruta supervisada para evitar una profundización de la crisis en el corto plazo. Una lectura más optimista sería pensarlo como un puente de plata para contar con un programa de desarrollo económico y social sostenible con estabilidad monetaria. 

Si lo que finalmente se aprueba es un acuerdo que se agota en metas de corto plazo, o es una primera contribución que conduzca a que el país abandone su largo camino de decadencia, es algo que reside en nuestros gobiernos y no en el FMI.